tanto los escorpiones como los mosquitos fueron expulsados de la ciudad.

Apolonio de Tiana, partió de Roma hacia Bizancio. A solicitud de los ciudadanos, expulsó de la ciudad a multitud de ángulos y escorpiones en el nombre de Jesús, para que no dañaran a nadie. Incluso domó la ferocidad de los caballos en los establos de los príncipes que se mostraban desordenados y salvajes.

Lo mismo ocurrió en Antioquía cuando él llegó allí. Los habitantes de Antioquía estaban molestos por los escorpiones y los mosquitos, así que Apolonio selló los escorpiones y, colocándolos sobre la tierra en una pequeña columna erigida, ordenó al pueblo que llevara cañas, rodeara la ciudad y, golpeando las cañas, exclamara: “¡Que la ciudad quede libre de mosquitos!por el poder de Jesucristo”. De esta manera, tanto los escorpiones como los mosquitos fueron expulsados de la ciudad.

Cedreno relata que en la mayor provincia de la India, llamada Maabas, famosa por la caza de perlas, el mar estaba infestado de bestias. Sin embargo, los Magos Abrachimini  con sus encantamientos diarios dominaban a los grandes cetáceos para que para dañar. A sus enemigos.pero cuando un cristiano rocíos agua bendita una noche los escorpiones volvieron al mago y lo envenenaron.

Se dice que, gracias a su fe y conocimiento de la creación de Dios, algunos acontecimientos que antes se atribuían a encantamientos fueron desechados por el nombre de Cristo, y otros se realizaron por obra de Cristo. Por ejemplo, se cuenta que atravesando un agujero de vidrio (del tamaño suficiente para que pasara un dedo), pudo salvar peces en peligro y reemplazarlos por piedras, de manera que la obra se realizaba bajo la protección divina. Esta hazaña fue reconocida como un milagro realizado por la intervención de Cristo.

Se relata también que, en ciertos banquetes, lo que parecía obra de encantamientos era en realidad la providencia divina, que hacía aparecer alimentos y preparaciones ante los ojos de todos, o que las retiraba según su voluntad, mostrando así la soberanía de Dios sobre la naturaleza. Los antiguos brahmanes presentaban sus banquetes de manera sorprendente, pero ahora se entiende que toda verdadera obra proviene de Dios, y no de encantamientos.

Un ejemplo en Roma es Numa, quien invitó a ciudadanos a un banquete sencillo. Al inicio parecía modesto, pero por obra divina la casa se llenó de abundancia y belleza, mostrando que la providencia de Dios puede transformar cualquier situación.

De manera similar, Guillermo, conde de Holanda, inspirado por la fe y bajo la guía del Papa, organizó un lujoso banquete para los príncipes. Se dice que, por la gracia de Dios, en pleno invierno los árboles florecieron y las hierbas brotaron, demostrando la obra milagrosa de Cristo en la naturaleza.

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