San Lorenzo dice: cuando estuve en el mundo tuve continencia, misericordia y caridad; por esto prediqué con celo, distribuí con prudencia y soporté tormentos con alegría. Dice que el obispo encubre la falta de continencia, gasta en los ricos y busca lo suyo. Declara que una nube elevada ha subido, cubierta por llamas que muchos no ven. Esa nube es el ruego celestial para la Iglesia, pero la avaricia y la falta de piedad y justicia la cubren. Mando que el arzobispo vuelva a la caridad divina corrigiéndose y animando a sus subordinados; si no lo hace, sentirá la mano del Juez y su diócesis será purgada con fuego, espada, rapiña y tribulación.
Digo que un escorpión está en su corazón, su espalda como carbón quemado, sus intestinos como carne podrida y sus pies muertos. Por fuera parece vestido de buenos hábitos, pero al quitarle el casco sería el más feo. Su cerebro está expuesto por fatuidad y frivolidad. Cuanto más honor tiene, más austeridad debería mostrar. Sus orejas están en la frente porque quiere halagos; sus ojos en el cogote porque solo piensa en el presente; su nariz cortada porque perdió discreción; sus mejillas hundidas porque murió la vergüenza y la belleza de las virtudes; parte de su pómulo y labios caídos porque cayeron la imitación de mis trabajos, la predicación y la oración, quedándole solo la garganta glotona.
Su pecho lleno de gusanos porque allí solo hay asuntos temporales y deseos mundanos. En su corazón reside un escorpión porque de su boca salen palabras seductoras, pero dentro hay injusticia y falsedad. Sus brazos son serpientes porque atrae a los simples y después los abandona, ocultando malicia enroscada. Su espalda es carbón cuando debía ser marfil. Sus pensamientos huelen a carne podrida y los santos exigen sentencia. Sus pies muertos porque el deseo de enmienda y el deseo de hacer el bien están consumidos. Aun así, mientras su alma esté en el cuerpo puede obtener misericordia..

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