ES PELIGROSO ORAR POR LIBERACIÓN SIN PREPARACIÓN ESPIRITUAL

Sí, lo es. No porque la oración sea algo malo —al contrario, la oración siempre es buena—, sino porque cuando una persona ora por liberación entra en un combate espiritual real. Y en ese combate no basta con tener buena intención: se necesitan armas espirituales, una vida de gracia, y sobre todo, una unión viva con Cristo.

Orar por liberación sin estar preparada espiritualmente es como entrar en una batalla sin armadura. El enemigo no teme las palabras, sino la fe y la santidad de quien las pronuncia. Por eso, la Iglesia enseña que enfrentarse al mal requiere vida sacramental, obediencia, humildad, discernimiento y fe firme.

La oración de liberación no es un rito mágico ni un acto emocional; es un acto de autoridad espiritual, y esa autoridad solo la tiene quien vive unido a Dios.

EJEMPLO BÍBLICO: LOS HIJOS DE ESCEVA (Hechos 19,13-16)

Los hijos de un sacerdote judío llamado Esceva intentaron expulsar demonios diciendo: “¡En nombre de Jesús, a quien predica Pablo, les ordenamos que salgan!”.

Pero el espíritu maligno les respondió: “A Jesús lo conozco, y sé quién es Pablo, pero ustedes, ¿quiénes son?”.

Y el hombre poseído se abalanzó sobre ellos, los dominó y los dejó desnudos y heridos.

El resultado fue claro: quisieron usar el nombre de Jesús sin tener una verdadera relación con Él. No tenían autoridad espiritual porque no vivían en comunión con Cristo.

Este pasaje nos enseña que el demonio reconoce la autoridad del que vive en gracia, no del que solo repite palabras.

ARMADURA ESPIRITUAL (Efesios 6,10-12)

“Revestíos de la armadura de Dios para poder resistir las insidias del diablo.

Porque nuestra lucha no es contra la carne ni contra la sangre, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas.”

La Biblia nos recuerda que no luchamos con fuerzas humanas, sino espirituales. Por eso, el alma debe estar revestida de fe, verdad, justicia, y oración constante.

DOCTRINA DE LA IGLESIA

La Iglesia Católica permite la oración de liberación privada entre laicos, siempre que se haga con humildad, prudencia y bajo obediencia.

Sin embargo, el exorcismo solemne solo puede ser realizado por un sacerdote autorizado por el obispo (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1673).

El Papa Francisco ha dicho claramente:

> “El demonio existe, no es un mito, y no se juega con él.”

Los santos también lo sabían. San Pío de Pietrelcina decía: “El demonio se ríe del orgullo, pero tiembla ante la obediencia.”

Y Santa Teresa de Jesús advertía: “No se vence al demonio con palabras, sino con humildad.”

POR QUÉ PUEDE SER PELIGROSO

• Sin confesión ni vida de gracia: el alma queda sin protección espiritual.

• Por orgullo o protagonismo: el enemigo ataca con fuerza donde hay soberbia.

• Falta de obediencia a la Iglesia: abre la puerta a engaños y confusión.

• Por curiosidad o sensacionalismo: la oración se convierte en superstición o magia.

• Sin acompañamiento espiritual: puede llevar al miedo, la duda o la desesperación.

Orar por liberación es algo bueno y necesario, pero solo es eficaz cuando nace de un corazón en gracia, obediente y humilde. No se trata de palabras fuertes ni gritos, sino de una vida unida a Cristo, donde el alma tiene autoridad porque pertenece totalmente a Dios.

La verdadera fuerza no está en decir “vete”, sino en vivir de modo que el mal no tenga dónde entrar.

Quien está revestida de fe, quien se confiesa, comulga, y obedece a la Iglesia, puede orar sin temor, porque Cristo vive en ella.

Recordemos siempre:

 “La autoridad no viene de gritar al demonio, sino de vivir unida a Cristo.”


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