En cualquier casa decid primero: Paz a esta casa

De cómo deben comportarse los que visitan a los enfermos

Aquellos que van a visitar a los enfermos deben hacerlo con una doble intención: curar el cuerpo, como los médicos corporales, y sanar el alma, como los médicos espirituales, parientes o amigos.

Deberes de los médicos corporales

Los primeros, es decir, los médicos corporales, están obligados a observar los decretos del Concilio General que se leen en el capítulo “Cum Concilium infirmitas”, del título De poenitentiis et remissionibus.

Allí se dicen estas palabras:

“Puesto que la enfermedad corporal muchas veces proviene del pecado, como dijo el Señor en el Evangelio de San Juan al enfermo: ‘Ve, y no peques más, para que no te suceda algo peor’ (Jn 5,14), por el presente decreto establecemos y mandamos estrictamente a los médicos del cuerpo que, cuando sean llamados a visitar a los enfermos, los exhorten e induzcan antes que todo a llamar a los médicos de las almas.

Y una vez que el enfermo haya sido provisto del remedio espiritual, entonces se podrá proceder con mayor provecho a la medicina corporal; porque, cesando la causa, cesa el efecto.”

Esto quiere decir que, siendo la enfermedad del cuerpo muchas veces consecuencia del pecado, los médicos corporales deben amonestar primero al enfermo y moverlo a confesarse vocalmente de sus pecados.

Después de haber cuidado la salud del alma, entonces deben proceder a curar el cuerpo.

Porque, como dice el filósofo en el segundo libro de la Física: “Cesando la causa, cesa el efecto.

El mismo decreto añade:

“Si alguno de los médicos, después de haberse publicado esta constitución por los prelados, la quebrantara, será apartado de la entrada de la iglesia hasta que haya satisfecho debidamente.”

Prohibición bajo pena de excomunión

Y continúa diciendo:

> “Además, puesto que el alma es mucho más preciosa a Dios que el cuerpo, bajo pena de excomunión prohibimos que algún médico aconseje o proponga algo por la salud del cuerpo que pueda convertirse en peligro para el alma.”

Por tanto, ningún médico debe sugerir o permitir al enfermo algo que ponga en riesgo su salvación espiritual, aunque parezca útil para su salud corporal.

Esto queda dicho respecto a los médicos corporales cuando visitan a los enfermos.

De los que van a sanar el alma

En cuanto a los que visitan para consolar y sanar el alma —como los religiosos, parientes o amigos—, la primera cosa que deben hacer al entrar en la casa del enfermo es decir:

Paz a esta casa y a todos los que habitan en ella.”

Sea la paz buena y santa para esta casa y para todos sus moradores.

Este fue el consejo de Cristo cuando dijo a sus discípulos:

 “En cualquier casa en que entréis, decid primero: Paz a esta casa.” (Lucas 10,5)

Hecho esto, deben saludar al enfermo, primero consolándolo y animándolo a soportar con paciencia la enfermedad que Dios le ha enviado, por amor a Jesucristo, dando gracias a Dios por todo.

Conviene también explicarle los beneficios espirituales de la enfermedad, como se dijo en el capítulo séptimo.

Exhortación a la paciencia

Después, deben enseñarle a mantenerse alegre en el Señor, confiando plenamente en Él, y cuidando de no murmurar contra Dios por la enfermedad.

Porque, como dice el gran Padre San Agustín al hablar de la visita a los enfermos:

“Si tú, al enfermar, tienes la osadía de murmurar contra Dios, quieras o no, deberás soportar la enfermedad; pero murmurando no sanarás, sino que provocarás contra ti la ira divina.”

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