Un monje se le apareció a la hermana Marina y le contó que había pasado cinco años en el purgatorio. Él estaba sorprendido de haber quedado allí, porque siempre había hecho todo correctamente y cumplía con sus tareas, pero no se daba cuenta de que la verdadera prueba no era solo cumplir, sino ser solidario con sus hermanos en el monasterio. Nunca estaba pendiente de ayudar a los demás; solo se ocupaba de lo suyo.
Por eso, explicó que le había faltado muy poco para salir del purgatorio, y que si ella lo ayudaba con sus oraciones y buenas obras, en pocos días podría estar finalmente en paz y reunido con Dios. Él quería aprovechar esa última oportunidad para aprender que la solidaridad y la atención a los demás eran tan importantes como cumplir con lo propio.
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