canto de la excelente Virgen María al monje cisterciense

 

Se cuenta de un monje cisterciense profundamente devoto de la excelente Virgen María. Su mayor anhelo era poder verla y, con insistentes oraciones, pedía recibir esa gracia.

Una noche salió al huerto del convento. Mientras contemplaba el cielo y elevaba suspiros hacia la excelente Virgen María, deseando con todo su corazón contemplarla, vio descender una joven de extraordinaria hermosura y brillantez. Ella le habló:

—Tomás, ¿quieres escuchar mi canto?

El monje, sorprendido, respondió que sí. Entonces la doncella entonó una melodía tan celestial, que el religioso se sintió arrebatado como si ya gozara de la gloria eterna. Al terminar el canto, desapareció, dejándolo lleno de asombro y de deseo por conocer su identidad.

No tardó en aparecer otra joven de belleza aún más radiante, que también le regaló su canto. El monje, lleno de fervor, le preguntó quién era. Ella respondió:

—La que viste antes era Catalina; yo soy Inés. Somos mártires de Cristo y hemos sido enviadas por la excelente Virgen María para consolarte. Da gracias a María y prepárate, pues recibirás un favor aún mayor.

Después de decir esto, también desapareció. El monje, lleno de esperanza, aguardaba algo más. Y en efecto, pronto percibió un resplandor que le inundó de alegría, hasta que apareció la excelente Virgen María, rodeada de ángeles, con una hermosura incomparable, superior a la de las santas que antes habían venido.

La Señora le habló con ternura:

—Hijo mío, he escuchado tus ruegos y agradezco tu fidelidad. Has deseado verme, y aquí me tienes. También quiero regalarte mi canto.

La Virgen comenzó a cantar con una armonía tan sublime, que el monje cayó sin fuerzas, como arrebatado en éxtasis.

Al sonar la campana de maitines, los religiosos lo buscaron por todas partes y al fin lo hallaron en el huerto, tendido en tierra, como sin vida. El Superior le ordenó que explicara lo sucedido. Obediente, recobró fuerzas y narró con detalle los consuelos que había recibido de la excelente Virgen María.

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