Las Muertas” de Netflix: ficción que denigra a las religiosas y enaltece las putas



La serie Las Muertas, dirigida por Luis Estrada e inspirada en la novela de Jorge Ibargüengoitia, ha causado gran polémica desde su estreno en Netflix. Con un estilo de humor negro y sátira, toma como punto de partida el caso real de Las Poquianchis —las hermanas González Valenzuela— quienes en los años 50 y 60 fueron acusadas de trata, explotación y asesinatos en México.

La historia se desarrolla en un entorno de burdeles y negocios clandestinos, donde las hermanas Baladro (personajes ficticios) manejan un imperio basado en la prostitución y el abuso de mujeres pobres, muchas de ellas engañadas con falsas promesas de trabajo. En medio de ese contexto aparecen la política local, la corrupción, la brujería y la representación de la Iglesia católica.

Aquí es donde surge la distorsión más grave:i

Las religiosas son caricaturizadas como ambiciosas, ladronas y sin compasión, una representación injusta de quienes, históricamente, se han dedicado a la educación, el cuidado de enfermos y la atención a los más necesitados.


Las prostitutas, por el contrario, son presentadas como las “buenas” de la historia, víctimas que poseen nobleza y humanidad, mientras que los brujos reciben un tratamiento casi benigno, como si su magia trajera alivio, ignorando que la superstición y la brujería han causado dolor, engaño y destrucción.



Esta inversión de valores endulza el pecado y ridiculiza la virtud, distorsionando la realidad de la tragedia humana y de la verdadera misión de la Iglesia. En lugar de mostrar la explotación y la corrupción que llevaron a tantas mujeres a la muerte, la producción presenta a las monjas como villanas y a las prostitutas como heroínas, alterando la percepción de lo que es moral y justo.

En la historia real, las religiosas católicas han sido pilares de esperanza: fundaron escuelas, hospitales y orfanatos, brindando educación y cuidado a quienes más lo necesitaban. Ese es un mensaje de verdad que se omite en la serie, reemplazado por una narrativa que trivializa el sufrimiento y distorsiona la moral.

El mundo actual y la tergiversación de la historia

Lo que nos deja esta producción va más allá de la serie misma. Vivimos en un mundo donde la verdad histórica y los valores cristianos son constantemente atacados o tergiversados. Se busca presentar como malo lo que es bueno y, al mismo tiempo, glorificar lo que destruye al ser humano. Jesucristo y la Iglesia son a menudo representados como obstáculos o villanos, mientras que los que viven en pecado son mostrados con simpatía.

Esto no es casualidad, sino un reflejo de la decadencia moral que nos rodea: la indiferencia hacia la virtud, el desprecio a la fe y la exaltación de la corrupción y el vicio. La cultura contemporánea manipula la historia para oponer al Salvador y a los valores de la Iglesia frente a lo que destruye la dignidad humana. Por eso es fundamental que los creyentes discernamos críticamente lo que consumimos, recordando que la verdadera historia, los verdaderos héroes y la verdadera moral se encuentran en Jesucristo y en su Iglesia, no en las versiones deformadas que Hollywood o el entretenimiento nos presentan.



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