Dos Hermanos Predicadores que dos buenos frailes caminaban perdidos por las montañas de Hibernia. Vieron a un hombre de pequeña estatura y lo llamaron, pero él comenzó a huir. Cuando lo alcanzaron, se negaba a responder. Tras insistirle, confesó: “Durante treinta años he servido a los demonios. Les rendí homenaje y llevo en mis manos su sello. Me visitan con diversas apariencias y hago siempre cuanto me ordenan”.
Uno de los frailes le habló con firmeza sobre la amargura del infierno, la vileza del pecado y la infinita misericordia de Dios. El hombre, conmovido, pidió consejo para salvarse. El fraile le dijo: “Confiesa todos tus pecados, porque la virtud de la confesión es tan poderosa que fragua todas las cadenas del diablo, las rompe y te reviste de la gracia de Dios”.
Cuando aquel hombre, con perfecta contrición, se confesó, el sello demoníaco desapareció de sus manos. Los frailes, para mostrarle el poder de la confesión, le pidieron que esperara al demonio en el bosque. El hombre obedeció. Cuando el demonio llegó y preguntó por su siervo, él respondió: “Soy yo, el que te sirvió treinta años”. El demonio replicó: “Mientes. Busco a aquel que lleva mi sello en sus manos”. El hombre, al oír esto, volvió con los frailes y perseveró en servir a Dios
Comentarios
Publicar un comentario