Un nuevo amanecer con Dios



En la vida diaria, muchas veces nos dejamos arrastrar por el ruido, las prisas y las preocupaciones, olvidando que Dios nos invita a detenernos, a respirar y a escuchar Su voz en el silencio del corazón. Cada amanecer es un regalo que nos recuerda que Su misericordia es nueva cada día y que, sin importar cuán difícil haya sido la jornada anterior, siempre hay una nueva oportunidad para empezar de nuevo. Él nos llama a vivir con un corazón agradecido, reconociendo que incluso los pequeños detalles de la vida son señales de Su amor: una palabra de aliento, una sonrisa inesperada, la belleza de la creación.


No importa cuán pesada sea nuestra carga o cuán oscuro parezca el camino, Cristo camina con nosotros, sosteniéndonos con Su gracia y guiándonos hacia la luz. A veces no entendemos el “por qué” de las pruebas, pero podemos confiar en el “para qué”: para fortalecernos en la fe, para purificarnos el corazón y para acercarnos más a Él. Nuestra meta no es simplemente llegar al final del día, sino vivirlo con fe, esperanza y caridad, siendo reflejo de Su amor para los demás. Si dejamos que Cristo habite en nuestras acciones, incluso los gestos más sencillos se convierten en semillas de eternidad. Y así, paso a paso, iremos construyendo un camino que conduce a la verdadera paz: aquella que solo Dios puede dar.



Comentarios