Tradición, Milagros y Devoción a la Virgen Inmaculada"

 En tiempos antiguos, Dios quiso corregir los males de Inglaterra y fortalecer la fidelidad de su pueblo. Para ello, el duque normando Guillermo sometió a la nación inglesa, reformando con sabiduría y esfuerzo los honores y la dignidad de toda la Iglesia. Sin embargo, el demonio, enemigo de los bienes, intentó frustrar estas obras mediante fraudes de los familiares y ataques de extranjeros, pero fue derrotado por la protección divina y la piedad del duque.

Los daneses, indignados por la sumisión de Inglaterra a los normandos, se prepararon para invadirla. Guillermo envió entonces a un religioso sagaz, el abad Helisimo del monasterio de Reims, a investigar la verdad de los hechos en Dinamarca. 

Al regresar a Inglaterra por mar, su nave fue sorprendida por una terrible tormenta que rompió los remos, desgarró las velas y dejó a los marineros agotados, perdiendo toda esperanza de salvación.

En medio de la desesperación, los náufragos encomendaron sus cuerpos a Dios y clamaron devotamente a la Virgen María, refugio de los miserables y esperanza de los desesperados. De repente, apareció ante ellos un hombre venerable, vestido con ornamentos pontificales, caminando sobre las olas cerca del barco. Dirigiéndose al abad Helisimo, le preguntó: “¿Quieres escapar del peligro del mar? ¿Deseas regresar sano a tu patria?” Helisimo respondió con lágrimas que ese era su único deseo.

El hombre entonces le aseguró que, confiando en Dios y con la intercesión de la Virgen, podrían salvarse, mostrando así la protección divina en medio del peligro y la importancia de la fe y la devoción mariana como refugio de los necesitados.


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