¡Oh Jesús mío, Salvador del mundo!
Hoy me postro ante Ti, mi Señor y mi Dios, el único que tiene poder para sanar el cuerpo, liberar el alma, y restaurar lo que ha sido herido, oprimido o destruido.
Creo en Ti, creo que estás vivo y resucitado, creo que estás aquí conmigo en este momento.
¡Jesús, Hijo del Dios Altísimo, sáname! ¡Libérame! ¡Tócame con tu Sangre Preciosa!
Espíritu Santo de Dios, ven sobre mí en esta hora.
Ven con tu luz, con tu fuego, con tu poder.
Tú que eres el amor del Padre y del Hijo,
entra en lo más profundo de mi corazón y muéstrame todo aquello que necesita ser sanado, todo lo que aún permanece en la oscuridad, todo lo que aún no he perdonado, todo lo que me ata, me hiere y me impide avanzar hacia la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Espíritu Santo, revélame las heridas de mi infancia, los traumas no sanados, los rechazos sufridos, los temores escondidos, las palabras que me marcaron, las miradas que me hirieron, las ausencias que me dolieron, las cadenas que me atan.
Tú eres consuelo, tú eres sanador, tú eres guía.
Llévame al Corazón traspasado de Cristo.
Llévame al único lugar donde puedo ser completamente libre: en los brazos del Salvador.
SÚPLICA A JESÚS POR SANACIÓN INTERIOR
Jesús mío, Salvador del alma mía,
Tú que sanaste a los ciegos, a los leprosos, a los endemoniados,
Tú que devolviste la vida a los muertos,
hoy te pido: sáname.
Sáname de toda herida emocional que llevo arrastrando por años.
Sáname de todo odio, de todo resentimiento, de todo deseo de venganza.
Saname del abandono, del abuso, de la soledad, del desprecio.
Saname de toda palabra maldita que alguien pronunció sobre mí.
Sáname de las heridas de mi infancia, de las heridas de mi familia, de las heridas que yo mismo me he causado por mi pecado.
ORACIÓN DE PERDÓN
Señor Jesús, hoy elijo perdonar.
Con tu fuerza, y no con la mía, decido perdonar a todos los que me han herido, ofendido o dañado.
Hoy perdono, Señor, a quienes me rechazaron, a quienes me abandonaron, a quienes hablaron mal de mí, a quienes me traicionaron.
Perdono a quienes me humillaron, me ignoraron, me menospreciaron.
Perdono a quienes abusaron de mí, física, emocional o espiritualmente.
Señor Jesús, ayúdame a perdonar también a quienes ya han muerto.
Ayúdame a liberar esos lazos oscuros que me atan a un pasado de dolor.
Y me perdono a mí mismo, Señor.
Por todas las veces en que fallé, en que elegí el pecado, en que me alejé de Ti.
Recibo tu perdón. Acepto tu misericordia.
Tú no me condenas, me levantas.
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