Misa se ofrece, por los vivos y , por los muertos

 

La Misa se ofrece,  por los vivos y , por los muertos. Se ofrece por los vivos, y principalmente por los cristianos católicos; pero aun los herejes, los cismáticos y los infieles no están del todo excluidos de la oración de la Iglesia en el gran sacrificio.

La Iglesia, al rezar en la Misa la oración dominical, en aquella petición con que pide a Dios la glorificación de su nombre —sanctificetur nomen tuum (“santificado sea tu nombre”)—, viene a pedir también el arrepentimiento y la conversión de los herejes y cismáticos, y que Dios ilumine y llame a la fe a todos los paganos e infieles. Esto lo pide más distintamente una vez al año en la Misa del Viernes Santo.

La Iglesia, animada por el espíritu de caridad de su divina cabeza y Maestro, sabiendo que tales oraciones son agradables a Jesucristo —el cual desea que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad—, no excluye del fruto de su sacrificio a ninguna clase de personas, sean fieles o infieles, herejes o católicos, aunque principalmente, y de un modo más especial, recomienda a Dios a los católicos.


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