De Vitae Patrum: Una vez, el santo Hilarión oraba con las manos puestas en el suelo, para humillarse, comparándose a los jumentos. Y aconteció que su pensamiento se distrajo con cosas impertinentes, y el demonio arremetió contra él, se subió a sus espaldas, y comenzó a arrearle, diciéndole que se fuera como bestia, y a comer paja, pues no valía para contemplativo.
Y el santo calló, se humilló, y llorando pedía perdón al Señor, y que le diera atención.
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