"Crónica de un Exorcismo: Magdalena, Luisa y la Voz del Infierno"


En el siglo XVII, durante un proceso de exorcismos realizados por los dominicos, se vivieron escenas intensas en las que los mismos demonios, obligados por la autoridad divina, se vieron forzados a proclamar verdades sobre Dios, la Virgen María y la fe cristiana.

Entre las mujeres poseídas se encontraban Luisa y Magdalena, en quienes se libraba una lucha espiritual impresionante. El demonio Verrine, a pesar de hallarse bajo la jerarquía de Belcebú, se vio forzado a confesar la omnipotencia, sabiduría y bondad de Dios, así como la intercesión constante de la Virgen María.

En una ocasión, ante la presencia de muchas personas, Verrine increpó a Magdalena con durísimas palabras, llamándola a la conversión y recordándole que, a pesar de sus pecados y obstinación, la misericordia divina aún estaba abierta para ella. Incluso Belcebú, que la poseía, se mostró enfurecido y violento ante estas declaraciones, revelando con ello la impotencia de los espíritus malignos frente al mandato de Dios.

Movida por el impacto de estas verdades, Magdalena lloró con profundo arrepentimiento y manifestó el peso de sus culpas. Sin embargo, el padre dominico la alentó a confiar en la infinita misericordia del Redentor, asegurándole que Dios no la llamaba para después rechazarla, sino para abrazarla como al hijo pródigo.

El exorcista la condujo a pronunciar palabras de renuncia a los demonios y de súplica a Dios:

—“Conviérteme, Señor, y me convertiré a ti”.

Fue entonces cuando, por la gracia divina y la autoridad de la Iglesia, se concluyó solemnemente el exorcismo.

Así, Magdalena, tras aquella batalla espiritual, quedó libre por medio de los exorcismos realizados por los padres dominicos.

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