"Cómo Dios transforma la malicia del demonio en instrumentos de salvación

 


Andan los demonios tras los justos como los lobos tras el ganado, poniendo asechanzas para que la oveja que se aparte del rebaño caiga enseguida en su boca. Y así, por medio de los santos profetas, reyes y sacerdotes que cuidaban del rebaño espiritual, y por el santo ministerio de los ángeles que velaban por todos, eran defendidos los hijos de Dios y guiados en la virtud y en la imitación del Salvador, a quien conocían por la fe, y de cuya plenitud participaban.

Pero los demonios procuraban hacer que los hombres se sujetaran a sus costumbres perversas, para que, en vez de participar de la plenitud de Dios, participaran de la malicia infernal. Así hacían a unos soberbios, a otros iracundos, a otros envidiosos, y a otros injustos.

Sin embargo, como Dios es infinitamente sabio y poderoso, no solo los demonios no pueden prevalecer contra Él en cosa alguna, sino que el Señor convierte incluso su malicia en instrumento de sus planes soberanos. Así fue que la venta de José a Egipto sirvió como medio para exaltarle y llevar a Israel allá. Jamás se habría conocido su grandeza si la malicia del demonio no lo hubiera traicionado. Tampoco David habría sido tan admirable si Saúl no lo hubiese perseguido con envidia diabólica, ni Mardoqueo y Judit tan célebres si el demonio no hubiera suscitado persecuciones contra el pueblo de Dios.

Así queda claro que los demonios están también presentes en la Iglesia para probarla, y que Dios, en su soberana providencia, saca grandes frutos incluso de su malicia.

Todo esto procedía del santísimo gobierno de los ángeles, que enseñaban a los profetas y a los rectores. De todo ello se deduce que la preparación para la venida del Rey eterno fue dispuesta conforme al orden del Antiguo Testamento, mediante sus profecías y figuras, por las cuales era anunciado, esperado, deseado y llamado con entrañables lágrimas.


Comentarios