¿Sabías que este santo fue tan favorecido por Dios que Jesucristo mismo lo acompañó en la Eucaristía? San Pedro Alcántara fue tan pobre que jamás se puso hábito nuevo, ni aun cuando fue llamado por Carlos V para ser su Confesor, a lo que se negó muchas veces. Por no faltar a la pobreza, jamás escribió carta en medio pliego, sino en una quartilla de papel, aunque escribiese al Rey; no dejando blanco al principio ni al fin, y acabando el último renglón con su firma.
San Pedro Alcántara fue tan favorecido por el Cielo que regularmente le acompañaba Cristo. En una ocasión, sirvieron en una Misa San Francisco de Diácono y San Antonio de Padua de Subdiácono; y ambos, hincados de rodillas, le fueron también Acolitos, en la que comulgó Santa Teresa de Jesús. Esta misma Santa vio en otra ocasión cómo el mismo Cristo le partió la comida, se la introdujo en la boca, y le dio de beber. Hasta llegó a enjugarle los labios con una toalla, un gesto que repitió el Señor en otra ocasión, con circunstancias aún más ponderables.
Su oración, éxtasis y raptos fueron, de alguna manera, continuos, pues no fueron muchos, sino uno solo que duraba. Siendo ya viejo y accidentado, solía quedarse más de una hora con los brazos en cruz, y a menudo se sumía en ese estado arrobado, suspendido sobre el aire. Una vez, oyendo en la huerta a otro cantar el "In principio erat Verbum", sintió tal ímpetu de espíritu, que, arrodillado como un ovillo...
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