En un convento de Santa Brígida, una bruja confesó haber cometido diversos actos de brujería y maleficios. Declaró haber embrujado a la tía materna de la hermana Francisca Boulonense, con el propósito de que enfermara y muriera. Además, mediante sus maleficios causó la muerte de las hermanas Juana del Castillo, Inés de la Peña, Margarita de la Cruz y la hermana Brígida, así como de todas y cada una de cuantas fallecieron en dicho convento.
Para ello —afirmó— usó ciertos polvos junto con la siguiente fórmula verbal: “Do vobis hoc maleficium ut in languoribus finiatur vita vestra.”
Declaró además que el príncipe de los demonios designa, para cada persona maleficiada, un demonio inferior encargado de ejecutar el efecto del maleficio, pues —dijo— “maleficium non est aliud quam continua operatio diaboli.”
Explicó el modo y orden en que se realiza el maleficio: primero, el demonio proporciona el medio para hacer daño; luego busca el consentimiento de aquellos que desde entonces quedan ligados a él en conspiración contra el género humano; después les indica a quién deben dañar; y por último, les revela el fin del maleficio, asignando una fórmula verbal para su ejecución.
Asimismo, declaró que no todos los maleficios se elaboran con los mismos elementos. Algunos se hacen con polvos, otros con huesos de cadáveres, cabellos, carne de niños, venenos de animales ponzoñosos o incluso excrecencias de cuerpos muertos.
No obstante —dijo— el maleficium possessionis (maleficio de posesión) es el más poderoso de todos. Se hace con polvos de macho cabrío y su uso ha sido continuo, aunque este tipo de maleficio no existió siempre: fue inventado en el año 1608. Los polvos del maleficio de posesión actúan según la intención del demonio.
Afirmó también que nunca realizó maleficio alguno —fuera de posesión, tentación, muerte o enfermedad— sin pronunciar palabras específicas que expresaban la operación, la intención y el consentimiento. Dichas fórmulas, aseguró, eran sugeridas por el mismo demonio.
Sobre la inmensa y horrenda crueldad de María de Sains, relató cómo se entregó voluntariamente a Satanás y renunció al Paraíso. Tales crímenes, cometidos en su juventud dentro del convento de Santa Brígida, fueron narrados con voz audaz, provocando consternación en los oyentes.
Comentarios
Publicar un comentario