Había una vez una mujer sumida en las sombras, entregada al mal con una frialdad que incluso los demonios temían. Su alma estaba tan endurecida que ni la gracia divina ni las lágrimas de los santos lograban penetrarla.
Una noche, esta mujer fue llevada por los demonios a una visión espantosa. Frente a ella apareció la Madre de Dios, resplandeciente pero serena, acompañada de santos celestiales: san Pedro, san Francisco, san Miguel y santa Brígida. Pero en vez de temer o arrepentirse, la mujer los atacó con furia salvaje. Con palabras ofensivas los injurió uno por uno, pero fue con la Virgen María con quien desató su mayor crueldad.
, gritó, y con manos impías la hirió con un cuchillo. “¡Malditos los pechos que lo amamantaron!”, añadió, mientras la golpeaba sin remordimiento. Incluso arrojó suciedad a su rostro y mostró sus vergüenzas, arrancando su cabello con odio y rabia. La sangre brotaba de las heridas de la Virgen, pero ella no respondió con ira, sino con compasión.
—¿Por qué tardas tanto en volver a tu Dios? —le preguntó la Madre de Dios entre lágrimas—. ¿Por qué resistes la gracia que aún te llama?
Pero la mujer, con el corazón endurecido como piedra, solo respondió:
—No quiero cambiar mi vida. Seguiré en mi maldad hasta el final.
Y entonces, la Virgen lloró. Lloró con una tristeza tan profunda que los mismos santos que la acompañaban también rompieron en llanto. Se alejaron, entristecidos, dejando a la mujer sola con su odio.
Días después, en un momento de posesión demoníaca, la verdad fue revelada por boca de un espíritu impuro:
—Por los méritos de la beata Brígida se descubre todo esto. Nada habría confesado si no fuera por la vergüenza que le causamos. En verdad, entró al cuarto del Conde para matarlo, y permaneció allí con intención maligna.
Pero la parte más asombrosa no era su crimen, ni siquiera su desprecio por lo divino, sino la dureza de su corazón. Un demonio mismo exclamó con asombr
—¿Cómo puede una criatura tener un corazón tan cruel, inhumano y hecho de piedra?
Así termina la historia de una mujer que vio el cielo de frente, pero eligió seguir caminando hacia el abismo, con el corazón más endurecido que el infierno mismo.
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