Los sueños de índole sexual se asocian con entidades demoníacas, especialmente los incubus y succubus. Estos demonios se ven como responsables de tentaciones sexuales que ocurren durante el sueño, lo que a veces resulta en sueños húmedos.
Los incubus y succubus son demonios que atacan a los humanos en la noche, incitándolos a la lujuria.
estos seres se involucran en relaciones sexuales con los humanos mientras duermen. Aunque la conexión entre estos demonios y los sueños húmedos segun de demonología, hablan sobre estas entidades y sus interacciones con las personas durante el sueño.
Incubus y Succubus en la demonología : En el libro De Praestigiis Daemonum (La Prestigiosa Magia de los Demonios) de Johann Weyer (1583), se menciona cómo los incubus y succubus se manifiestan para tener relaciones sexuales con personas dormidas, causando en ellas sensaciones físicas similares a las que se experimentan en los sueños húmedos. Este tipo de escritos alimenta la creencia de que los demonios de lujuria atacan a las personas durante el sueño para corromperlas.
las brujas, a menudo asociadas con la lujuria, convocan a demonios sexuales (succubus e incubus) para tentar a los hombres. Aunque este libro está principalmente centrado en la caza de brujas, también hace una conexión entre demonios y la tentación sexual durante el sueño.
A lo largo de la historia, muchos monjes y ascetas hablan sobre las luchas con la lujuria y las tentaciones sexuales, aunque no siempre se refiere específicamente a los "sueños húmedos". Sin embargo, estos relatos pueden considerarse como ejemplos de cómo las tentaciones espirituales (y físicas) son enfrentadas por figuras religiosas. A menudo, los demonios de lujuria son mencionados en estos relatos como los causantes de las tentaciones.
San Benito de Nursia: En la Regla de San Benito, se describe cómo los monjes deben alejarse de las tentaciones del cuerpo, que incluyen la lujuria. San Benito no menciona los sueños húmedos específicamente, pero su énfasis en la pureza y la lucha contra los deseos carnales sugiere que cualquier tentación relacionada con la lujuria podría ser vista como una manifestación del mal, como influencias demoníacas.
>San Antonio Abad, uno de los grandes padres del monaquismo cristiano y figura central del ascetismo en la iglesia primitiva, es conocido por sus luchas intensas contra las tentaciones y los demonios durante sus años de retiro en el desierto. A lo largo de su vida, se enfrentó a numerosas pruebas espirituales que fueron, en muchos casos, manifestaciones de tentaciones físicas y emocionales, incluidas tentaciones sexuales.
Aunque no se hace mención explícita a los "sueños húmedos" en los relatos sobre San Antonio, los textos que narran sus luchas espirituales hablan de ataques demoníacos que toman la forma de visiones y sueños de mujeres desnudas, asociadas generalmente con la lujuria y el deseo carnal. Estos ataques eran interpretados como manifestaciones del demonio tratando de corromper su pureza y desviarlo del camino de la vida monástica y ascética que había elegido.
En las biografías y relatos hagiográficos sobre San Antonio, particularmente en La vida de San Antonio escrita por Atanasio de Alejandría, se describe cómo los demonios, a menudo en forma de tentaciones sexuales, intentaban destruir la fe y la virtud del santo. Durante su retiro en el desierto, San Antonio experimentó estas visiones como un intento de los demonios de seducirlo y llevarlo a la perdición. Las tentaciones que enfrentaba no eran solo externas, sino también internas, desafiando su resistencia espiritual y su compromiso con el celibato y la pureza.
San Antonio, sin embargo, resistió estas tentaciones con firmeza. En los relatos, se resalta cómo las visiones de mujeres desnudas, que surgían como tentaciones de lujuria, no lo hacían caer, ya que él las veía como trucos del demonio para desviarlo de su vocación. De hecho, San Antonio atribuía estas tentaciones a la intervención directa del demonio, quien
utilizaba sus deseos y pasiones más humanos como una herramienta para tentar al monje. Su respuesta ante estas pruebas fue la oración constante, la meditación y el fortalecimiento de su vida ascética.
Uno de los elementos clave en la lucha de San Antonio contra estas tentaciones fue su creencia en la necesidad de mantenerse alejado de las comodidades y placeres del mundo. En su aislamiento en el desierto, San Antonio abandonó todo tipo de distracciones terrenales y se dedicó completamente a la vida espiritual. Este retiro en soledad, lejos de las tentaciones mundanas, era para él un medio necesario para alcanzar la purificación y una relación más profunda con Dios.
Los relatos de sus tentaciones sexuales y su lucha contra ellas son un reflejo de la lucha universal de muchos ascetas y místicos, quienes buscan la perfección espiritual a través de la lucha contra los deseos del cuerpo. Para San Antonio, la victoria sobre estas tentaciones no solo era una cuestión de resistencia, sino también de purificación del alma, que debía aprender a estar completamente dedicada a Dios, lejos de las ataduras del cuerpo y sus deseos.
En resumen, aunque no se mencionan específicamente los "sueños húmedos" en los relatos de la vida de San Antonio Abad, las tentaciones de índole sexual que enfrentó, representadas a menudo por las visiones de mujeres desnudas, son una parte importante de su lucha espiritual. Estas tentaciones eran vistas como ataques demoníacos que buscaban corromper su pureza y desviarlo de su vida monástica. La respuesta de San Antonio a estas tentaciones, basada en la oración y la dedicación absoluta a Dios, es un ejemplo de la resistencia espiritual y la lucha por la santidad.
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San Juan de la Cruz, uno de los grandes místicos españoles del Siglo de Oro, es especialmente conocido por sus escritos profundos sobre la purificación del alma a través de la oración y la renuncia. En su obra más conocida, La noche oscura del alma, describe el proceso del alma en su búsqueda de la unión con Dios, pasando por un proceso doloroso de purificación y enfrentando diversas dificultades espirituales. En este contexto, San Juan de la Cruz aborda las tentaciones y las luchas internas contra los deseos carnosos, aunque no se refiere específicamente a los "sueños húmedos". Sin embargo, su enfoque sobre las tentaciones y la lucha interior es aplicable a muchos aspectos de la vida humana, incluida la lucha contra los deseos sexuales.
En La noche oscura del alma, San Juan de la Cruz habla del proceso de purificación que el alma experimenta al tratar de acercarse a Dios. Este proceso incluye la superación de los deseos materiales y mundanos que alejan al ser humano de la perfección espiritual. Uno de los obstáculos más fuertes en este proceso son los deseos carnales, que en la visión mística de San Juan de la Cruz se consideran distracciones que pueden nublar el camino hacia la unión con Dios.
Él describe cómo el demonio, que es entendido como una fuerza negativa que aleja a las personas de Dios, utiliza estos deseos carnales y otras tentaciones como armas para alejar a las almas del verdadero propósito espiritual. El demonio, según el misticismo de San Juan de la Cruz, no solo actúa en los actos físicos, sino también en los pensamientos y deseos internos del individuo. Aunque no menciona de manera explícita los "sueños húmedos", se puede interpretar que los deseos sexuales y las tentaciones del cuerpo forman parte de las luchas que el alma debe enfrentar y superar en su camino hacia Dios.
San Juan de la Cruz describe la "noche oscura" como el proceso doloroso de liberarse de todas las ataduras terrenales, incluidas las tentaciones físicas y emocionales. Durante este proceso, el alma puede experimentar un vacío y una sensación de abandono, lo cual puede ser un momento de gran sufrimiento. Sin embargo, este sufrimiento es considerado un medio a través del cual el alma se purifica y se acerca más a Dios.
Las tentaciones y deseos carnales son, en este sentido, una forma de "prueba" que debe ser superada para que el alma pueda alcanzar una mayor pureza. El místico asegura que la lucha contra estos deseos no debe ser vista como una condena del cuerpo, sino como un medio para trascender lo material y acercarse a lo espiritual. De hecho, San Juan de la Cruz habla de la importancia de "morir a uno mismo", lo cual implica renunciar a los deseos egoístas y mundanos, incluso aquellos relacionados con el placer físico.
En Mateo 5:28:
"Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón."
Este versículo destaca cómo la lujuria y los pensamientos impuros ya se consideran como pecado, lo que refuerza la idea de que las tentaciones relacionadas con la lujuria no son solo físicas, sino también espirituales.
1 Corintios 6:18:
"Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que una persona comete está fuera del cuerpo, pero el que peca sexualmente, peca contra su propio cuerpo."
Este versículo se refiere a la inmoralidad sexual como un pecado grave y destaca la importancia de la pureza, lo que podría interpretarse como una advertencia contra cualquier forma de tentación, incluida la relacionada con los sueños eróticos.
Gálatas 5:19-21:
"Las obras de la carne son evidentes: inmoralidad sexual, impureza y debilidad sensual, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, arrebatos de ira, disputas, disensiones, facciones, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes a estas. Les advierto como ya se lo he dicho antes: los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios."
Este pasaje es una advertencia directa contra la inmoralidad sexual y todas las formas de pecado que afectan tanto al cuerpo como al espíritu.
Tesalonicenses 4:3-5:
"La voluntad de Dios es que sean santificados; que se abstengan de la inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honorable, no en pasiones desordenadas como los paganos que no conocen a Dios."
Este versículo subraya el llamado a la pureza y la auto-disciplina en relación con los deseos sexuales.
5. Efesios 5:3:
"Pero entre ustedes no debe haber ni siquiera una insinuación de inmoralidad sexual, ni de impureza, ni de avaricia, como corresponde a los santos."
Este versículo enfatiza que los cristianos deben evitar cualquier forma de inmoralidad sexual, lo que incluye la lujuria.
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