Es completamente falso que existan días inherentemente malos, peligrosos o infaustos. Esta creencia carece de fundamento y debe ser rechazada por completo. Todos los días y años son obras del Dios Altísimo, quien creó el tiempo desde el principio y vio que todo lo que había hecho era "muy bueno" (Génesis 1).
Afirmar que algún día es malo por naturaleza es un error grave que ofende al Creador, pues implica atribuirle malicia a su obra. Esto contradice la razón, la verdadera ciencia, la teología y hasta los principios astrológicos clásicos.
Las supersticiones populares, como las que rodean los llamados “días egipcios” o la creencia de que ciertos días de santos traen desgracias, son invenciones humanas sin valor alguno. Nada en la naturaleza ni en la voluntad divina justifica semejantes prácticas.
Tampoco es cierto que prácticas religiosas como el toque de campanas en ciertas noches tengan por objetivo alejar brujas o demonios. Tales acciones se originan en hechos históricos o actos de devoción, no en creencias mágicas ni supersticiosas.
Hablar sin conocimiento sobre estas materias, repitiendo errores antiguos, demuestra ignorancia y soberbia. Es sabio quien reconoce lo que no sabe, y necio quien desprecia lo verdadero por no entenderlo.
Todo día es bueno y propicio para iniciar obras justas, santas y honestas. Nada en el tiempo creado por Dios impide hacer el bien.
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