Últimamente he estado algo pensativo sobre la gran cantidad de documentales en plataformas de streaming que buscan explicar el comportamiento de quienes han hecho daño. Siempre se enfocan en la parte emocional, en la comprensión de los "grises", en justificar sus acciones a través de su historia de vida.
Este enfoque tiene un problema: cuando se victimiza a quien se portó mal y se le otorgan privilegios, mientras que la verdadera víctima queda en un segundo plano. Se centra la narrativa en las emociones del agresor, olvidando la justicia y la responsabilidad de sus actos.
Este tema es importante también en el aspecto espiritual. Se está utilizando esta idea para tergiversar lo bueno y lo malo, incluso para hacer ver que Dios o los santos son los verdaderos villanos. Se ataca a los cristianos por luchar contra el pecado y el mal, queriendo presentarlos como intolerantes o insensibles al sufrimiento.
El problema es que, al tratar de justificar el pecado, terminamos perdiendo la firmeza en la fe. Vemos cada vez más películas que buscan explicar por qué un villano actuó de cierta manera: sufrió, lo maltrataron, tuvo un buen corazón pero fue lastimado. Así, la historia busca neutralizar emocionalmente al espectador y hacerle sentir que no debería ser castigado.
Sin embargo, la realidad es clara: quien comete un daño debe pagar las consecuencias, tanto en el ámbito penal como en el espiritual. No se debe justificar la violencia intrafamiliar, el crimen o la traición bajo la idea de que alguien “tenía razones” para hacerlo. Todos tenemos la opción de elegir entre el bien y el mal.
Los santos enfrentaron grandes dificultades, enfermedades y calumnias, pero nunca se victimizaban. San Pablo dijo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece", y San Francisco de Asís buscaba consolar en vez de ser consolado.
Por eso, es importante preguntarnos: ¿Estoy siempre buscando que me consuelen en lugar de consolar a los demás? ¿Estoy justificando lo malo que hago, aunque sé lo que Dios no aprueba?
Es preocupante cómo la sociedad actual ridiculiza la moral. Si una persona no fuma, no toma alcohol, no es promiscua ni gasta en vanidades, le dicen: “¿Para qué estás vivo?”. Se ha normalizado la idea de que vivir implica inclinarse al mal. Pero debemos recordar que no somos hijos del mundo, sino hijos de la luz de Cristo.
Cuidado con la luz falsa. Ahora hay personas que se autodenominan "hijos de la luz", pero en realidad siguen una luz que no proviene de Dios. Lucifer, el impostor, busca confundirnos. Es por eso que debemos discernir y analizar los espíritus, porque incluso dentro del cristianismo hay engaños.
Por ejemplo, un pastor multimillonario en África dice que el "tercer ojo" es cristiano y que él lo imita, pero eso es falso. El tercer ojo, en el ámbito esotérico, es una puerta espiritual que solo trae angustia, desesperación y enfermedad emocional. Por eso, debemos pedir al Espíritu Santo que selle nuestros sentidos y nos proteja del mal.
A veces la gente critica a quien denuncia una injusticia, diciendo: “¿Por qué denuncia si sabe que esa persona está en una mala situación?”. La respuesta es simple: si no quieres enfrentar consecuencias, no hagas el mal. En el mundo espiritual, la impunidad no existe.
Yo misma tuve resentimientos en el pasado, hasta que entendí que todo el daño que me hicieron será pagado. También las heridas que yo causé tendrán consecuencias. Eso me da paz porque sé que la justicia de Dios es real.
Pero hay que tener cuidado: si paso todo el tiempo pensando en la justicia de Dios solo contra los demás, sin examinar mi propio corazón, entonces estoy llena de amargura y no de Cristo. Es normal sentir enojo ante una injusticia, pero en esos momentos debemos pedirle al Señor que saque ese sentimiento de nuestro interior.
Las personas buenas muchas veces no entienden a las malas. Si yo fui amable con alguien, ¿por qué me traicionó? Si el propósito del ser humano es hacer el bien, ¿por qué algunos calumnian, roban o abandonan a los demás cuando más los necesitan?
La realidad es que la maldad existe y debemos cuidarnos de ella. "Del agua mansa, líbrame Dios, que del agua brava me libro yo", dice el refrán. Hay personas que se presentan como amigos o familiares, pero solo buscan un beneficio. Debemos ser prudentes.
También es importante recordar que no podemos forzar el interés de otra persona. Hay quienes insisten en buscar amistades o relaciones cuando la otra persona nunca ha mostrado interés genuino.
Las consecuencias de las malas decisiones se ven en la vejez. Personas que tuvieron muchos hijos con diferentes parejas y no los criaron con amor terminan solas y sin apoyo. Quien siembra amor y nobleza cosechará compañía y cuidado en la vejez, incluso si no tiene hijos. Dios proveerá personas que lo ayuden.
Lucifer busca tergiversar la historia. Algunos dicen que la serpiente del Edén era buena porque quería dar conocimiento a Eva y que Dios fue malo por no querer compartirlo. Esto es una mentira. El verdadero conocimiento viene de Dios. La sabiduría falsa de la serpiente solo genera egoísmo, vanidad y soberbia.
Actualmente hay quienes odian la familia tradicional porque crecieron en un hogar disfuncional y nunca sanaron su corazón. La sanación interior se logra a través de la Eucaristía, la oración de liberación, el Santo Rosario y la confesión.
Las personas con resentimiento profundo suelen odiar todo lo bueno. Hay quienes rechazan la fe cristiana, no porque no crean en Dios, sino porque tienen heridas sin sanar.
Conocí a un hombre en el hospital con parálisis facial que, en lugar de preocuparse por su salud, estaba más preocupado por el costo del estacionamiento. Cuando Jesucristo no está en el corazón, el dinero se convierte en el único dios.
No basta solo con orar. Para liberarnos de la contaminación espiritual debemos hacer sacrificios, ayunar y hacer penitencia.
El materialismo y la avaricia están creciendo. En China, por ejemplo, muchas personas dicen abiertamente que su dios es el dinero. Debemos rezar por ellos y por todos los que han sido cegados por esta mentalidad.
Volviendo al tema de la justificación del mal, debemos recordar que el mundo está intentando engañar a las personas, haciéndoles ver el pecado como algo natural. Sin embargo, aún podemos ganar esta batalla si nos formamos bien y tenemos claro qué es lo bueno y qué es lo malo.
Las personas malas a menudo parecen más astutas que los hijos de la luz. Se justifican diciendo que son infieles, promiscuas o que roban "por necesidad". Pero el dinero no les dará paz. En la juventud, pueden hacer alarde de su vida desordenada, pero su vejez será difícil.
Si los jóvenes entendieran mejor las consecuencias de sus actos, podrían tomar mejores decisiones. Los ancianos que han vivido una vida en oración y fidelidad al matrimonio tienen una vejez feliz y acompañada.
Dios protege a quienes siguen su camino. Pero no podemos culpar a Dios cuando tomamos malas decisiones y sufrimos sus consecuencias.
Finalmente, Hollywood intenta justificar el mal y convencer a las nuevas generaciones de que la santidad no importa. Pero sí existen personas puras, nobles e inocentes, y debemos seguir defendiendo la verdad y luchando contra la perversión que el mundo intenta normalizar.
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