Señor Jesús, Tú que eres Rey eterno y justo, líbrame de la soberbia y la obstinación, para que nunca me aleje de Ti. No permitas que en mi corazón reine el orgullo ni el deseo de dominio, sino que me haga pequeño ante Tu presencia, reconociendo que solo en Ti está la verdadera seguridad.
Guárdame de los engaños del enemigo, que busca seducir y someter con falsos signos y promesas de poder. Dame la gracia de la humildad, para que mi fortaleza esté en la fe y en la confianza en Tu amor, y no en las riquezas ni en el reconocimiento del mundo.
Señor, así como los humildes y pobres son perseguidos por los que buscan el mal, protégeme de toda vanidad y enséñame a vivir con sencillez, con el corazón desprendido de los honores y riquezas pasajeras. Que mi lengua proclame bendiciones y no maldiciones, que mis palabras edifiquen y no destruyan, y que mi vida sea testimonio de amor y servicio.
Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo. Amén.
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