La coherencia entre lo interior y lo exterior según San Ambrosio



En su obra De Offíciis Ministrórum (Sobre los deberes de los ministros), San Ambrosio, uno de los padres más importantes de la Iglesia, habla sobre la moral y las cualidades que deben tener aquellos que sirven en el clero, particularmente en relación con el comportamiento y las actitudes externas. Ambrosio enfatiza que las acciones externas son un reflejo directo de lo que ocurre en el corazón interior.

La cita que mencionas refleja esta idea de manera clara: "el rostro es un tácito intérprete del corazón", lo que sugiere que la expresión facial y los gestos de una persona pueden revelar sus pensamientos, deseos y sentimientos más profundos. Esta conexión entre lo interno y lo externo se extiende a otros aspectos de la vida, como la manera de vestir, andar, reír, etc.

Ambrosio resalta que la forma en que una persona se comporta y se presenta ante los demás puede ser indicativa de su moralidad o su falta de ella. En el caso de los candidatos al clero, por ejemplo, San Ambrosio se muestra tan riguroso que incluso rechaza a un joven solo por observar un gesto indecente, y a otro por su forma de caminar, que consideraba inapropiada. A pesar de que estos juicios podrían parecer superficiales a simple vista, Ambrosio sostiene que la falta de coherencia entre el comportamiento externo y la pureza interior puede ser un signo claro de que algo está mal en el corazón de la persona. Los destinos desastrosos de ambos jóvenes, según Ambrosio, confirmaron que su juicio no había sido erróneo.

Este énfasis en la relación entre el interior y el exterior no es solo una preocupación por las apariencias, sino una lección sobre la importancia de la coherencia moral. Para Ambrosio, los ministros de la Iglesia deben ser ejemplos de virtud, y su comportamiento externo debe estar en armonía con la santidad que se espera en su vocación.

En conclusión, la enseñanza central de Ambrosio en este pasaje es que el exterior de una persona (su manera de vestir, caminar, hablar, etc.) no es algo trivial, sino que puede ser un reflejo importante de su interior. Por lo tanto, el clero debe ser extremadamente vigilante no solo sobre sus pensamientos y acciones, sino también sobre las señales externas que puedan dar de sí mismos.


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