El pensamiento de las personas puede llevar a la guerra porque las guerras no solo enferman, sino que también nos entristecen. En el matrimonio, por ejemplo, las discusiones suelen surgir por cosas insignificantes. ¿De qué discuten los matrimonios? Muchas veces, de detalles sin importancia: "¿Otra vez dejaste la cuchara ahí? ¿No te dije que no iba ahí?" Y la otra persona responde: "Siempre es lo mismo, seguro lo haces para molestarme."
Este tipo de pensamiento es peligroso porque no se analiza de dónde viene ni si realmente tiene sentido. Simplemente, la persona se deja llevar por lo que cree que son sus propios pensamientos, pero en realidad puede ser una manipulación.
Es por esto que los matrimonios, que deberían ser una unión fuerte, terminan discutiendo por cosas irrelevantes, por cuestiones de costumbres o preferencias personales.
"Así me enseñó mi mamá, así deben hacerse las cosas."
"No, es mejor hacerlo de esta otra forma, es más rápido."
"No, hay que hacerlo con calma, bien hecho."
Son solo diferencias de criterio, pero la falta de humildad hace que ambas partes quieran imponer su punto de vista, lo que termina causando daño.
Para evitar ser manipulados por pensamientos negativos, lo primero que debemos hacer es detenernos cuando algo nos molesta. Es importante analizar:
1. ¿Este pensamiento viene de Dios o del enemigo?
2. ¿Lo que voy a decir llevará a la paz o a la destrucción?
3. ¿Estoy actuando con justicia o estoy reaccionando por impulso?
No debemos dejarnos llevar por lo que sentimos en el momento, porque podríamos estar actuando de manera injusta. Es necesario controlar nuestras emociones para no abrir la puerta a influencias negativas que puedan tomar el control del diálogo.
Si estás a punto de hablar con tu esposo, esposa o hijos y notas que te estás alterando, detente. En ese estado, es fácil decir algo que puede detonar un conflicto. No solo las palabras, sino también los gestos comunican mucho. Una expresión de enojo ya puede transmitir un sinfín de mensajes sin haber pronunciado una sola palabra.
El enemigo busca la división. Cuando permitimos que los pensamientos negativos nos dominen, perdemos el control. Los pensamientos pueden manipular nuestras emociones hasta el punto de hacernos sentir que algo insignificante es un problema gravísimo: "No puedo vivir así, esto es el colmo."
Por eso, debemos ser conscientes de nuestros pensamientos y emociones para evitar caer en discusiones innecesarias y, en su lugar, fomentar la paz en nuestras relaciones.
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