Cada uno de los apóstoles tenía sus propios problemas. Juan y Santiago querían los puestos de honor, como cuando la madre de ellos le pidió a Jesús que uno de sus hijos se sentara a la derecha y el otro a la izquierda. Otros querían saber quién era el más importante entre ellos. Jesús les respondió:.
La gente soberbia, que se cree lo máximo, le gusta mucho. He visto personas en la iglesia, hablando mal, diciendo: "Soy yo quien manda aquí," o "Fui yo quien hizo todo esto," como si todo dependiera de ellos. La gente orgullosa, soberbia e iracunda, esas son las delicias del demonio.
Debemos pedirle a Dios todos los días: "Señor, enséñame a ser humilde." No le pidamos "dame humildad", porque cuando dices eso, en realidad estás pidiendo que te lleguen las pruebas. La humildad solo se aprende a través de la persecución y el fracaso. Cuando dices "enséñame", estás pidiendo formación. Y la formación está en la Biblia: haz la voluntad del Señor, sirve con alegría.
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