si comparamos las penas del Purgatorio con el breve gusto de un placer terrenal, que evitamos por no padecer un poco de hambre, entonces las penas del Purgatorio son mucho más graves que aquellas que hubiésemos padecido si hubiésemos soportado ese breve sufrimiento.
San Bernardo compara las penas del Purgatorio con las mortificaciones que podemos hacer en esta vida para borrar nuestra culpa. Y en esa comparación, nos dice que las penas del Purgatorio son cien veces mayores que las mortificaciones que podemos hacer aquí en la Tierra. De esta manera, se entiende que las penas del Purgatorio son extremas y terribles.
San Agustín, en sus enseñanzas, también señala que las penas del Purgatorio son mucho mayores que cualquier sufrimiento que podamos experimentar en esta vida. Si vamos a las galeras, y vemos a esos esclavos sometidos a terribles sufrimientos, alimentados como perros, con los cuerpos cargados de trabajo y viviendo en condiciones insoportables, debemos pensar que incluso este tipo de sufrimiento no se compara con lo que los difuntos padecen en el Purgatorio.
Si se les pregunta a aquellos que han pasado por penas extremas, como el martirio o la tortura, podrán decir que, a pesar de lo horrible que ha sido su sufrimiento, las penas del Purgatorio son mucho mayores. Si preguntamos a la beata Catalina de Génova, ella nos diría que no hay entendimiento humano capaz de comprender completamente esas penas, mucho menos palabras que puedan expresarlas.
Por todo esto, deben comprender lo mal que están sus parientes y amigos difuntos. Están en una situación mucho peor de lo que podemos imaginar. No porque estén siendo atacados por demonios, como algunos pensaron erróneamente, ni porque carezcan de esperanza de salvación, como pensaban otros con excesiva severidad. Están sufriendo por la privación de un bien infinito, que desean ardientemente, y sufren las penas del sentido, las cuales, según los teólogos, son mayores que cualquier sufrimiento que podamos padecer en esta vida.
San Anselmo lo expresa claramente: "Es un fuego más intenso que cualquier sufrimiento que pueda soportar el ser humano en esta vida". Si vamos a los hospitales y vemos a los enfermos afectados por la lepra, o aquellos que sufren de dolor extremo, como los leprosos cuyas heridas no pueden sanar, podemos decir que su sufrimiento es incomparable con el tormento que padecen los difuntos en el Purgatorio.
Si consideramos a los esclavos sometidos a torturas, con las cruces o los garfios de hierro, o aquellos que sufren en el fuego o con plomo derretido, debemos reflexionar: ¿serán esas penas peores que las que experimentan nuestros difuntos en el Purgatorio? Y la respuesta es que, efectivamente, las penas del Purgatorio son mucho más intensas y terribles.
Si vamos al Calvario y contemplamos al Rey de los Dolores, todo cubierto de llagas, todo dolor y amargura, con los clavos atravesando su cuerpo, abandonado por todos, soportando todo tipo de sufrimiento, debemos pensar que, incluso en este caso, la pena de los difuntos en el Purgatorio es aún más terrible.
Por lo tanto, reflexionemos sobre la importancia de nuestras oraciones por los difuntos, que pueden ayudarles a aliviar y disminuir sus sufrimientos en el Purgatorio. Que esta reflexión nos inspire a vivir con más devoción y a interceder por nuestras almas y las de nuestros seres queridos.
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