De los pecados, llenos de maldad, vienen temblores a la tierra, las tempestades del mar, los diluvios, los fuegos, rayos, granizos, piedras y otros castigos. Porque, como el pecado es una injuria al Creador universal, todas las criaturas son instrumentos para su venganza.
el pecado es tan grande que todos los males juntos no pueden pagar un solo pecado mortal.
Luego, aplicaré todo esto a mí mismo, mirando los males y miserias, y entenderé que todos me han llegado justamente por mis pecados, para que conozca y vea por experiencia, como dice Jeremías:
"¡Cuán malo y amargo es dejar a Dios y no temerle!".
Y así, del horror que tengo a estas penas, haré horror de las culpas, diciendo a mí mismo: "Pues tanto temes las miserias temporales, ¿cómo no temes la culpa que es causa de ellas? Si tiemblas ante la pobreza y la deshonra, ¿por qué no tiemblas ante el pecado, de donde ambas proceden? Y si huyes de la enfermedad del cuerpo, ¿cómo no huyes de la enfermedad del alma? Pues aquella termina en muerte temporal, y esta en muerte eterna."
¡Oh Dios eterno, ilumíname con tu luz soberana, para que, por el temor que tengo de los males del cuerpo, aprenda a temer los males del alma!
San Juan Clímaco (300 d.C.)
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