Cuántas lecciones se pueden sacar de esto

 


Conjurado un demonio sobre el deseo de ver a Dios, respondió que, por solo ver a Dios durante un instante, lo que dura un abrir y cerrar de ojos, si tuviera cuerpo, estaría hasta el fin del mundo subiendo y bajando continuamente por una columna de fuego llena de navajas que lo desmembrarían, aunque esa columna llegara desde la tierra hasta la octava esfera. ¡Qué proposición tan indignante!

 Reflexionemos sobre lo que dice este ser, que es enemigo de Dios. Si él, por ver a quien no puede ver, padecería tanto, ¿qué no sufriría un alma amiga de Dios, que sí puede y desea verle? Este tormento es tan espantoso que solo pensarlo eriza la piel, sobre todo por la duración del sufrimiento que se ofrece, en contraste con la brevedad del premio ofrecido. 

Lo primero es tan grande que los astrólogos más confiables dicen que, si una rueda de molino fuera lanzada desde la octava esfera con tal fuerza que cayera hasta la tierra, tardaría noventa y dos años en llegar. 

El demonio asegura que, en ese tiempo, él subiría y bajaría abrasado por el fuego, atravesado por navajas, sin cesar en su tormento, repitiendo este subir y bajar hasta el fin del mundo. Y todo esto no por ver a Dios durante toda una eternidad, sino solo por un breve instante, un abrir y cerrar de ojos. 

¡Cuántas lecciones se pueden sacar de esto! Extraigo una, que es el deseo que aflige a las almas del Purgatorio: el deseo de ver a Dios. Ellas sentirán un sufrimiento inmenso al no poder alcanzar ese deseo, y cuando finalmente se liberen, experimentarán una profunda gratitud hacia aquellos que, con sus oraciones, les han permitido obtener un bien tan grande y tan deseado.



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