"San Miguel: Príncipe y Protector de las Almas en el Camino al Paraíso"

 


El Custodio General, San Miguel, quien recibe de Dios la encomienda de guiar a las almas al Paraíso, es el encargado de llevarlas con dignidad. Como Príncipe del Cielo, su labor es asegurarse de que las almas justas lleguen al lugar más puro y glorioso, libre de todo pecado y contaminación.

 En este sentido, San Miguel cumple un rol similar al de los guardianes en tiempos de peste, quienes vigilaban las puertas de las ciudades para evitar la entrada de personas infectadas. De la misma forma, San Miguel protege la entrada al Paraíso, asegurándose de que sólo las almas puras entren.

Los peregrinos de este mundo, que es como un hospital de almas enfermas y un lugar lleno de sufrimiento, se preparan para abandonar la tierra y llegar al Cielo. Al llegar a las puertas del Paraíso, donde San Miguel las espera, deben ser examinadas y aprobadas. San Juan, en su visión, oyó la proclamación divina que dice: “No entrará en él nada que esté contaminado”.

San Miguel mereció este honor y esta misión después de su victoria sobre Lucifer, el ángel caído, en la batalla celestial. Esta victoria le permitió recibir el encargo de presentar las almas ante el Divino Rey. San Miguel no sólo luchó contra el mal, sino que también llevó a cabo la misión de redimir a las almas, guiándolas hacia la salvación. Así, Dios le dio la autoridad de ser el protector y presentador de las almas puras.

San Miguel, como Príncipe de los ángeles, tiene una responsabilidad mayor en la salvación de las almas, y por esta razón, recibe una mayor gloria. Así como un padre siente más gozo cuando ve a su hijo ser premiado por su esfuerzo, San Miguel, debido a su dedicación y desvelos, recibe una mayor recompensa celestial. Cada alma que San Miguel presenta al Cielo se convierte en una fuente de gozo y gloria, tanto para él como para el Cielo.

El gran teólogo Alberto Magno, conocido por su sabiduría, también habla de San Miguel y sus atribuciones. Cuatro cosas se le atribuyen a San Miguel: 1) Ser el Prelado del Paraíso y Príncipe de la Iglesia, como lo fue de la Sinagoga; 2) Ser Capitán General, que combate contra el dragón; 3) Ser el protector de las almas, y 4) Ser el fiel valedor de la humanidad, guiando a las almas hacia la luz eterna.

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