"¿POR QUÉ SE CONDENAN LOS QUE OMITEN SUS DEBERES? UNA LECCIÓN QUE TODOS DEBEMOS ESCUCHAR"



¿El venerable Francisco de Yepes, en su libro pidió a Dios que alargase la vida de un oficial de la cancillería que estaba por morir para que pudiera despachar sus negocios pendientes. El Señor le respondió:

—Ya le di el tiempo suficiente para que lo hiciera; si él no quiso usarlo, no es culpa mía, sino de su omisión. Por tanto, ha de morir, no te esfuerces, porque en pena por no usar el tiempo pasado, le niego el presente.

En otra ocasión, rogando por tres oficiales de la audiencia, el Señor le dijo:

—Tienen harta mala ventura; mejor les hubiera sido no haber nacido.

Replicó Francisco:

—¿Pues, Señor, acaso se ha de condenar alguno?

Y respondió el Señor:

—Mejor sería preguntar si acaso alguno se ha de salvar.

En otra ocasión, le reveló Dios la condenación de un escribano y, al mismo tiempo, le mostró que, aunque había muchos en aquel lugar, solo dos cumplían bien con su oficio.

La razón de que tantos en esta profesión (y en otras) se condenen es que, al abarcar demasiados negocios, no pueden dar salida cabal ni pronta a todos, resultando en perjuicios para las partes. Es un desengaño claro: nadie puede, en conciencia, tener dos oficios si uno le impide cumplir cabalmente con el otro. Así, debe o no aceptar el segundo o renunciar al que ya tiene. Esta verdad es tan cierta como poco practicada.

Dígame, ¿qué abogado rechaza causas porque no puede cumplir adecuadamente con las que ya tiene? ¿Qué médico se niega a atender a enfermos poderosos porque ya tiene suficientes pacientes? ¿Qué eclesiástico renuncia a prebendas, capellanías o jurisdicciones porque no puede atenderlas debidamente?

La segunda raíz de las omisiones suele ser una ignorancia afectada de los deberes del oficio. Este es un fraude con el que el demonio engaña a muchos, sugiriéndoles que no escudriñen los cargos de su incumbencia para librarse del remordimiento de no cumplirlos, pensando que, al omitirlos por ignorancia, no pecan. Este error es tan falso como diabólico, porque así pecan más, no solo intensivamente, sino extensivamente.

—Pecan, primero, por ignorar lo que pertenece a su oficio.

—Pecan, segundo, porque incluso en lo que aciertan, lo hacen con duda, desconociendo si yerran o no.

—Pecan, tercero, porque el no querer saber es para no cumplir con lo que se requiere.

Esto lo confirma el Apóstol en Romanos 1:32: "Quienes, habiendo conocido la justicia de Dios, no quisieron entender ni considerar ni persuadirse de ello en la práctica". Cornelio a Lápide comenta: "No quisieron entender, considerar y practicarse en ello".

Comentarios