un demonio llamado Accus que vio a un joven entregado a la lascivia. Saludándolo, le dijo: 'Hermano bien merecido.' El joven, sorprendido, preguntó por qué lo llamaba hermano. El demonio respondió: 'Porque eres exactamente igual a mí.' Y explicó con este ejemplo: 'Yo, como demonio, soy como un cerdo que descansa en el lodo del pecado, con las orejas siempre abiertas para que las moscas (símbolos de los vicios) puedan entrar en mi cerebro. De la misma manera, tú, con tu corazón distraído, permites que las moscas de todos los vicios entren en tu mente. Por eso te llamé hermano.'
San Valerio cuenta que un hombre quería corregir a su amigo de un mal hábito. Para hacerlo, arrojó excrementos por las ventanas de su casa. El amigo, molesto, le respondió: '¿Cómo pretendes eliminar la suciedad de los demás si no has limpiado la tuya? Todos los días tienes estiércol en tu cama, en tu mesa y en los demás lugares de tu casa.' El hombre explicó a otros: 'El estiércol son las palabras de los detractores, los lujuriosos, los aduladores, los chismosos, los blasfemos y los litigantes, que continuamente arrojan su suciedad en tu corazón a través de las ventanas de tus oídos abiertos. Si no expulsas este estiércol interior, el exterior te seguirá abrumando.'
Valerio relata que, mientras navegaba, un sabio cerró sus oídos para no escuchar las voces de las sirenas. Cuando se le preguntó por qué lo hacía, respondió: 'No quiero ser más insensato que la serpiente, que cierra un oído con su cola y el otro con tierra para no escuchar al encantador y ser engañada.' De manera similar, el zorro pone sus oídos contra el hielo para probar su fuerza, y la naturaleza ha hecho que algunas criaturas tengan narices abiertas en la parte superior y cerradas en la parte posterior, protegiéndose de los peligros.".
Como el sabio que cierra sus oídos a las sirenas y la serpiente que se protege del encantador, se nos anima a ser cautos con lo que permitimos entrar en nuestra mente.
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