san Miguel no es solamente Patrón y Protector universal de la Iglesia, sino también Patrón y Protector particular de cada uno de los que están en la Iglesia; y por esto muchos Doctores lo llaman Custodio de los Fieles. Y Pánfaleón dice que corre como un rayo y, en un momento, da vuelta a toda la tierra para velar por la salud de los Fieles.
así como los patrones de las iglesias que fundan tienen derecho de presentar algunos para los beneficios que hay en ellas, creo que San Miguel tendrá el privilegio de presentar algunos para la bienaventuranza, alcanzando con su oración que consigan la salvación. ¿Y quiénes habrán de ser estos sino sus devotos?
Me persuade el privilegio, además de las prerrogativas de este soberano Arcángel, la multitud de aquellos que se han salvado por su intercesión, de los cuales contaré después algunos ejemplos, y lo que dice la Santa Iglesia.
Este es Miguel Arcángel, Príncipe en la Milicia de los Ángeles, cuya veneración trae beneficios a los pueblos, y su oración lleva al Reino de los cielos.
Miguel es el Canciller del Cielo, quien tiene el sello de Dios con el que marca y señala a los salvados, como se menciona en el Apocalipsis, donde se presenta a este soberano Espíritu con la señal del Dios vivo, mandando a los cuatro Ángeles ministros de la justicia divina que no hagan mal en la tierra ni en el mar hasta que él señale y marque en las frentes a los siervos del Señor, para que se distingan de los malos, y los ángeles ejecutores del castigo divino conozcan a los justos; ¿por qué no habrían de esperar ser marcados de mano de San Miguel aquellos que le amaron y sirvieron?
¿Y cómo no querrá el Señor que sean sellados los devotos de quien tiene su sello?"
"Es San Miguel Justicia Mayor de Dios. Esta dignidad y cargo de tanta honra lo señala la Iglesia en el Oficio Eclesiástico, y se representa con el peso y la espada con que comúnmente le pintan. Antes de venir Cristo al mundo, era Juez delegado de Dios; ahora es Juez delegado de Cristo, porque, así como los Reyes hacen justicia y dan sentencia por medio de sus ministros, así Cristo, Rey y Juez universal de los siglos, pronuncia todas las sentencias por medio de este Santo Arcángel, hasta el día último del juicio universal, el cual celebrará por su misma persona, aprobando y confirmando todas las sentencias que San Miguel hubiera dado en el juicio particular de cada uno de los hombres al final de su vida.
En el día último, será Miguel el principal Ministro de Cristo, porque todo lo que se ha de obrar en los días antecedentes, San Juan lo atribuye a San Miguel. Quitará la vida al Anticristo, pondrá en cadenas a Lucifer, y al sonido de su voz resucitarán todos los muertos para no volver a morir.
el Padre entregó todo el juicio al Hijo, porque es Dios y Hombre, y por el Hombre se había de compadecer de los hombres, no entregará el Hijo la Judicatura a Miguel, sino que conoce su gran piedad y compasión con los mortales. De este piadosísimo Príncipe, que todos los hombres se salven: por eso dice en el Apocalipsis que tiene las llaves de la muerte y del infierno; y antes había dicho, en la Ascensión de Cristo, a los Ángeles que guardaban el Cielo, que arrancasen aquellas puertas eternas, mostrando con este modo de hablar metafórico que quiere el Cielo sin puertas y el infierno cerrado con llave, porque desea que todos los hombres entren en el Cielo y ninguno caiga en el infierno.
Después de haber pronunciado San Miguel la sentencia en favor de los salvados en el juicio particular, presenta sus almas a la Santísima Trinidad y las pone en la posesión de la gloria; así dice la Iglesia en su oficio que viene San Miguel con muchedumbre de Ángeles, a quienes ha entregado Dios las almas para que las lleve al Paraíso. Miguel llevó al seno de Abrahán las almas de los Patriarcas y Profetas, de Abrahán, Isaac, Jacob, David, Juan Bautista, José, y los demás que murieron antes de la muerte de Cristo.
Él llevó al Cielo las almas de Pedro, Pablo, Esteban, Lorenzo, y de todos los Apóstoles, Mártires, Confesores y Vírgenes; y aun afirma San Gregorio Turonense que los brazos de Miguel fueron el carro triunfal en que subió al Cielo el alma de María, concediendo el Hijo esta honra al Siervo que presentó a la Santísima Trinidad el alma de su Madre, que era el mejor presente que se había hecho jamás a Dios y que valía más que el Cielo y la Tierra.
"El Rey Faraón quería que corrieran los despachos por José, y a los que venían a pedirle trigo en el tiempo de la hambre, mandaba que fuesen a José y hiciesen lo que les dijese. Así gusta el Señor que acudamos a Miguel en todos nuestros negocios, como a su primer Ministro, y hagamos lo que hacen los pretendientes, que después de haber dado memorial al Rey sobre la merced que desean, dan otro al primer Ministro para facilitar el buen despacho.
En la Confesión General, que es el memorial que damos a Dios pidiendo el perdón de nuestras culpas; después de María Santísima, que es la principal abogada, se pone inmediatamente como intercesor a San Miguel; y lo mismo en la Letanía de los Santos. Aun el Santo Sacrificio de la Misa quiere Dios que lo ofrezcamos por mano de este soberano Arcángel, por quien se dicen, como algunos explican, aquellas palabras del Canon: Manda que sea llevado el Cuerpo y Sangre de Cristo a tu sublime altar por mano de tu Santo Ángel; porque aunque no se declara que el Ángel sea este el Ángel de Dios por excelencia, es San Miguel.
Se cita en la Regla general de San Gregorio: que siempre que se obra alguna maravilla en el mundo, se entiende que corre la ejecución por San Miguel. Ha manifestado Dios el deseo de que recurramos a su Gran Privado en todos los negocios de paz, guerra, justicia, misericordia, con los innumerables favores que hace por su intercesión, dando a los que se le encomiendan todo género de bienes espirituales y corporales: salud, vida, honra, riquezas, sabiduría; y particularmente las virtudes, que son los verdaderos bienes, y la salvación, que es el único negocio y pretensión para que estemos en esta vida mortal.
Más fácil es contar las estrellas del cielo que los favores de San Miguel; solamente apuntaré algunos que junta el Padre Juan Eusebio Nieremberg, recogidos de varios autores en el Patrocinio de San Miguel.
Ece estando Sergio, Duque de Senogallia, leproso, habiendo gastado gran suma de dinero con los médicos, se le apareció San Miguel dos veces y le prometió la salud si visitaba su Iglesia de Brental. No sabía el Duque qué Iglesia era esta, ni dónde estaba, y el Santo Arcángel mandó que aprestase una nave, que los Ángeles le guiarían. Hízolo así, y llegando al Monasterio de Brental, en Britulo que cae al mar Adriático, al entrar en la Iglesia, el Duque quedó sano de la lepra, y él y su mujer, que le acompañaban, se quedaron en ella para servir a San Miguel, dando la mitad de su hacienda a los pobres y la otra mitad al Santo Arcángel."
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