Refiere Paladio, que llevaron en cierta ocasión a un joven poseído del demonio a San Antonio Abad.
lo llevó a un discípulo suyo, llamado Pablo el Simple, pero varón insigne en virtudes. Y dejando a este en su compañía, se volvió a su celda.
Entonces Pablo, valiéndose de la virtud de la humildad, dijo al demonio:
Antonio te manda, maldito espíritu, que salgas de esta criatura de Dios."
Y viendo que esto no bastaba, se quitó el cingulo con que andaba ceñido y le dio con él en las espaldas de aquel mancebo, diciendo: El Abad Antonio dijo que salgas de este hombre. Y viendo que el demonio se mostraba más rebelde, dijo con una santa simplicidad:
“Tú, vives, Jesucristo, que fuiste crucificado bajo Poncio Pilato, ayudame y echa a este demonio de este hombre, y del espíritu inmundo liberalo ,te ruego con humildad ".
Y antes de acabar esta oración, dijo el demonio:
voy a salir, por qué la simplicidad y humildad de Pablo me expelen. Me voy y salgo de este hombre, para no volverme jamás; la simplicidad y humildad de Pablo me envían a los infiernos.”
Y lo vieron todos sobre la tierra transformado en un espantoso dragón, que se hundió en el mar Bermejo; para que se cumpliese lo que dijo el Espíritu Santo: “La fe que se demuestra, el justo la anunciará.” Proverbios 12. Y sobre quién miraré, dice el Señor, si no sobre el manso, el humilde y el que tiembla ante mis palabras. Isaías 66.
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