incrédulos, faltos de fe! ¿No ven que estoy atado por ese ministro de Dios?

 

En cierta ocasión, el Prior del Colegio de San Sebastián, de los Padres Agustinos, en el pueblo de Épila, estaba realizando un exorcismo a un hombre llamado Jerónimo Peix, un morisco poseído. Después de dejarlo en el claustro del convento, el Prior fue a tomar la comida ordinaria con su comunidad.

Mientras tanto, algunos conocidos y familiares del desventurado, al verlo muy debilitado por no haber probado alimento en dos días, le dijeron compasivamente: 

Levántate un poco y siéntate a tomar algo para reponer fuerzas y aliviar tu fatiga.” 

Entonces Jerónimo, con una mirada indignada y un rostro feroz, les respondió con estas palabras: 

“¡Necios, incrédulos, faltos de fe! ¿No ven que estoy atado por ese ministro de Dios?

 ¿Piensan que puedo moverme o levantarme como si nada? 

Sepan que estoy más inmovilizado que si estuviera con cadenas de hierro. Así que no insistan en que me levante, porque no puedo, aunque quisiera, sin tener permiso. Esa es la fuerza y el poder de la palabra de un ministro de Dios, y aún mayor.”

Luego, el Prior regresó y, mediante los exorcismos establecidos por la Iglesia para este propósito y en virtud de la poderosa palabra del Evangelio, expulsó a tres demonios de Jerónimo. Esto fue relatado por el Padre Fray Jerónimo Aznar en su libro titulado Expulsión justificada de los moriscos.


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