El ángel le dijo: ‘Huye de las cadenas de la pereza que inducen a la pobreza, la vileza y la aflicción. Esfuérzate en buscar la vida eterna’. Sexto es la locura de la necedad observada desde el nacimiento. Un santo dijo acerca de alguien que no quería ser corregido por el ángel, que fue llevado por la ociosidad, y fue conducido por un monasterio que tenía muchas habitaciones.
En la primera habitación había algunos soldados que eran arrastrados solo por el miedo. Uno oía el nombre de un soldado que aún no estaba purificado. Cuando él preguntaba quiénes eran, se le respondía: ‘Estos son los que, por temor al mundo y el futuro, caen en la pereza y el miedo’.
En la segunda habitación había algunos detenidos que no estaban atados por ninguna otra cadena, sino solo por la pereza. Cuando preguntaba quiénes eran, se le respondía: ‘Estos son los que, por aburrimiento, desprecian los preceptos’.
En la tercera habitación había alguien que sostenía panes en sus manos, pero mordía piedras y dejaba caer el pan. Estos son los que, aunque adhieren a las palabras con sus labios, dejan pasar los mensajes importantes.
En la cuarta habitación había un enfermo que tenía junto a sí una medicina saludable, pero no atendía a la gravedad de su enfermedad ni a la medicina curativa, y así permanecía ignorante.
En la quinta habitación había uno que hablaba con otro, pero no obtenía ningún bien necesario, a menos que mirara a sí mismo, y sin embargo no se preocupaba por mirar. Estos son los que dicen las oraciones de manera negligente y sin devoción.
En la sexta habitación había un maestro enseñando a sus estudiantes, y cuanto más les mostraba, más olvidaban. Estos son los religiosos disolutos.
En la séptima habitación había alguien que, cuanto más se calentaba por el canto, más frío sentía. Estos son los atribulados.
En la octava habitación había alguien que, cuanto más lo empujaban, más
se debilitaba."
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