Un joven pretendía a una mujer casada, y no queriendo ella consentir en su deshonestidad, el joven hizo un pacto con el demonio para que la convirtiera en yegua. El demonio hizo esta ilusión, que a todos les parecía una yegua, y el marido, fatigado y afligido de ver tal cosa, la llevó a San Hilarión para que la sanara. Y el santo dijo: "Yo no veo aquí yegua, sino mujer, pero el demonio ha hecho este engaño en vuestros ojos porque hace muchos días que no habéis recibido los sacramentos de la confesión y comunión".
Así que os advierto que os enmendéis. E hizo la señal de la cruz, deshaciendo el encanto. Esto lo refieren San Antonino, en su Summa, y el padre Suárez, en el Cap. 6, § 5.
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