Satanás se transfigura, el engaño de las almas. Que sepan el aviso que les hace el apóstol a los corintios, para que reconozcan los errores de los molinistas. "El mismo Satanás se transfigura en ángel de luz", dice San Pablo (2 Corintios 11:14). Para que penetremos este aviso tan saludable, como apostólico, conviene saber cómo se transfigura y por qué. El doctor angélico dice que algunas veces se transfigura invisiblemente, persuadiendo que se tengan por buenas aquellas cosas que, por sí, son malas, para que engañado el juicio del hombre, inflame la concupiscencia, que es lo que sucede debido a la transformación.
De esta forma, el demonio, con esta doctrina, hace una transformación tan insidiosa que persuade a que las obras de la lujuria, que por sí son pecaminosas, parezcan buenas; y así inflama la parte concupiscible para que las ejecute como medios para llegar a la transformación. Con esto, usa de una transformación engañosa para persuadir a una falsa; y como los tentados que siguen los errores de Molinos, por una parte creen en la transformación a la que llegan por los movimientos lujuriosos, y por la otra sienten los deleites, mueven las manos para las ciegas ejecuciones, con la esperanza engañosa de que divinamente por tal camino se llega a la transformación.
No tuvo otra razón Eva para aplicar la mano al deleite del fruto prohibido, sino persuadirse de que por aquel gusto iba a llegar a una transformación en deidad. Es doctrina del padre San Juan Crisóstomo (48), donde se reconoce el engaño con que el demonio se transforma como ángel de luz para persuadir una fantástica transformación.
Lo que importa a las almas cuando sienten semejantes tentaciones, y cuando empieza el desorden de los movimientos, es abrir los ojos para conocer que, por las ejecuciones de la carne, no se llega a la transformación de la mente en Dios, que es espíritu. La razón es que el deleite de la carne no obra en la mente, sino en el vientre. Ese fue el engaño de Eva, como dice el doctor angélico: entender que por la comida, que es obra para el vientre, iba a llegar a transfigurarse la mente, siendo así que la comida para en el vientre y no puede subir a hacer operación en la mente.
¿Cómo, pues, quieren los lujuriosos y sus secuaces que las obras que, como deleitosas y de lujuria, son alimento del vientre, suban a hacer la transformación en la mente, cuando no alcanzan a esa esfera tan racional?
A este género de sabiduría no se llega ni se sube por movimientos de carne queridos y ejecutados, como dice Molinos, sino por ejercicios espirituales, porque la ciencia, dice Santo Tomás, no se adquiere por el deleite de la comida que se gusta, sino por el estudio espiritual y ejercicios intelectuales.
Solamente, dice San Juan de la Cruz, Dios muestra este género de ciencia a aquellos que ya están apartados de la leche y desarraigados de los pechos, porque es a quienes dejan los sentimientos de la carne a quienes Dios manifiesta esta ciencia, y ellos son los que llegan a esta transformación. No a aquellos que siguen sus deleites y se emplean en sus sentimientos, obrando sus operaciones asquerosas.
Conviene, pues, que el alma, cuando se halle combatida, se arrime con toda fuerza al lado del espíritu, huyendo todo movimiento de carne, sujetándola cuanto esté de su parte y pudiere, para que no ejecute. Por eso mandó Cristo a sus discípulos que se ciñesen, según el sentir de San Gregorio, porque el cíngulo lo sujeta todo. Debe sujetarse en tales tentaciones el cuerpo con sus sentidos: ojos, oídos, lengua, manos, pies, y potencias, para que no se muevan a ejecuciones desordenadas.
De esta manera se llega a esperar aquellas bodas donde los hombres se transforman en ángeles de Dios, como dice el Evangelio, siendo cada uno como uno de ellos. Y si el alma pone cuidado, verá con evidencia cómo puede sujetar los movimientos que ejecuta con el engaño de que no puede, como lo experimenté en una persona a la que, dándole consejo, me decía que no podía. Cuando la volví a ver, me confesó que era verdad lo que le había dicho, habiendo padecido el engaño durante bastante tiempo. Dios, por su infinita bondad, lo quite de los entendimientos, porque aunque en Roma se hizo el castigo, no se ha logrado en todos por la mucha ceguedad y falta de escarmiento.
Es importante, pues, que el alma atienda a lo que el demonio le dice y a lo que le persuade. Lo que le dice es que se transformará, y lo que le persuade es a que ejecute las operaciones feas, como si fueran el medio para la transformación. De aquí, el alma reconocerá cómo es una ilusión diabólica, pues la mueve a cosas de carne, que no son las que son de Dios.
A la madre de Sansón se le apareció un ángel, y su marido le dijo que había visto un varón con rostro angélico. ¿De qué forma se parecía ese ángel? Es la dificultad. El cardenal Cayetano dice que el ángel no apareció en forma de un varón de rostro apacible, sino que tenía un semblante horrible, no amable. ¿Por qué se transfiguró en esa forma? Porque venía a hablar con una mujer joven, y no era decente mostrar un rostro atractivo que pudiera despertar amor impuro.
Así, el ángel se transfiguró en una forma que no moviera a la impureza cuando hablaba con una mujer joven. De esto, el alma puede reconocer que la transfiguración de Molinos es diabólica, por las cosas a las que incita. El fiel ángel se adapta a la debilidad de la criatura, para no moverla al mal, mientras que el demonio utiliza la transformación para seducir a la carne y desviar al alma del camino de Dios.
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