"Hay un banquete donde se recibe a Jesucristo y se renueva el recuerdo de la Pasión. Discípulos de Jesucristo, amen a Jesucristo, su maestro; adórenlo con más devoción, reciban con mayor religiosidad al Salvador del mundo, quien sufrió por ustedes y murió por ustedes, aunque Él mismo sea la vida. Cuando vayan a unirse a Jesucristo por la santa comunión, entren en los sentimientos de un digno ministro de Jesucristo, quien, estando a punto de subir al santo Altar, hacía esta reflexión: voy a renovar la Pasión del Salvador, ¿será para mi salvación? ¡Ay! tal vez haré el oficio de uno de sus verdugos, tal vez lo crucificare dentro de mí mismo; tal vez me haré culpable del Cuerpo del Señor e incorporaré mi juicio. ¡Oh, Salvador mío! No lo permitas.
Santa Matilde rezaba a nuestro Señor para que le enseñara a prepararse para la comunión."
"Le suplicaba que escribiera su adorable nombre en su corazón, de tal manera que nunca se borrara de su memoria. Deseaba recibirlo con todo el amor del que el corazón humano es capaz, y le pedía que tuviera en cuenta este deseo y la colmara de sus gracias como si realmente tuviera esa dicha.
Oración. ¡Oh, Salvador mío! No soy digno de acercarme a ti, pero te amo y desearía tener para ti un amor sin límites. Me acerco a ti para obedecerte, glorificarte, fortalecerme y ser transformado en ti. Si he tenido la desgracia de cometer alguna comunión sacrílega, te suplico que me perdones este crimen abominable. Te ofrezco una enmienda honorable por todas las malas comuniones que se han hecho desde la institución del Sacramento de tu amor."
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