arrepentido, para echarse a los pies de San Atanasio.

San Atanasio fue acusado delante del Concilio de ser un mago encantador, y se dijo que había cortado el brazo a un clérigo llamado Arfenio, quien había huido por ciertas culpas. 

Los herejes llevaron el brazo del clérigo al Concilio, y sucedió que aquella noche Arsenio llegó a la misma ciudad, arrepentido, para echarse a los pies de San Atanasio. 

San Atanasio se alegró mucho y, a la mañana siguiente, preguntó en el Concilio si los presentes conocían a Arsenio, el clérigo. Respondieron que sí. 

Entonces San Atanasio mostró a Arfenio y dijo: "Aquí está Arfenio, mi clérigo," y, habiéndolo todos reconocido, le dijo: "Extiende ambos brazos y manos," y mostró que estaba sano, sin faltar nada. Sin embargo, los herejes decían que San Atanasio era un mago y que, por encantamiento, había hecho aparecer a Arfenio con sus brazos en buen estado. Tanto puede la mala disposición de la afición que no cree en la evidencia clara.

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