usar bien de los dones y gracias recibidas de la mano de Dios,

 


Dios comunica a los que aprovechan en su servicio, consideremos las palabras con que lo expresa. San Agustín, al comentar un Salmo, describe a un hombre que, habiendo sido pecador, se convierte y comienza a servir a Dios. Este cambio es tan notable que quienes lo ven se admiran y alaban a Dios, diciendo: "¿Este que antes era tan malo vive ya limpio de pecados?" Dice que este, aunque se aparta de los pecados que conoce, en gran parte no conoce las ocasiones y peligros de los pecados ni los huye, y no reconoce muchos otros pecados que debe evitar. Pero, al progresar en la virtud con las tribulaciones, va conociéndolos, y cuanto más avanza, más ve los escándalos, ocasiones y pecados del pueblo. Y como ve muchos males que antes no veía, clama a Dios diciendo: "Ay de mí que se me alarga mi destierro." Esto lo dice porque desea verse libre de pecados y en la compañía de los que no pecan ni pueden pecar.

De este beneficio que Dios hace a los que aprovechan en su servicio, se siguen otros innumerables beneficios y dones divinos que les comunica. Porque así como crecen en el conocimiento y odio de los pecados y en la luz de las cosas de Dios, así crecen en la fuerza para obrar bien. Y como van aprovechando, Dios les va aumentando más, y el que al principio de la buena vida, por tener poca fuerza para el bien, sentía dificultad, cansancio y gran repugnancia en muchas cosas de virtud, cuando va aprovechando siente facilidad y suavidad en esas mismas obras, y aún en otras mayores. Lo cual no nace de que en la buena obra haya mudanza, sino de que la hay en su corazón, porque le ha acrecentado las fuerzas y el ánimo para todo lo bueno. Esto afirma el profeta Isaías con estas palabras: "Dios es Señor eterno, que creó los términos de la tierra, y al crear y gobernar el mundo no se cansa ni se fatiga. 

 tiene esta buena condición, que da vigor al cansado, para que pueda trabajar, y a los que en este mundo son pequeños, y que parece que son nada, les acrecienta y multiplica el ánimo y fortaleza para el bien. Y los jóvenes que están en la flor de su edad, y los varones robustos que confían en sus fuerzas, desfallecerán como flacos, pero los que confían en el Señor, que es entregarse de veras a su servicio, esperando todo el bien de su divina misericordia, estos mudarán la fortaleza, y de flacos y medrosos se harán fuertes y animosos para toda obra de virtud. Y como el águila que se renueva mudando las plumas viejas y aunque tiene cuerpo pesado con las nuevas plumas lo maneja por esos aires con grande ligereza, así los que se entregan de veras a Dios con esta nueva fortaleza que el Señor les dará, se renovarán y andarán por el camino del cielo sin desmayar, y correrán sin desfallecer."

Esta es la fortaleza grande y de corazón generoso que da Dios a los que aprovechan en su servicio. Les acrecienta el gusto de las cosas espirituales, la pureza y alegría de la buena conciencia, la paciencia en los trabajos, la eficacia en las palabras y buen ejemplo, la destreza y gana para ayudar más a los próximos. Les acrecienta los socorros y favores sobrenaturales, les hace crecer copiosamente en la divina ciencia y amor y en otros innumerables dones y virtudes, que crecen con la gracia y con el amor de Dios. Aprovechar un varón justo en el servicio de Dios es usar bien de los dones y gracias recibidas de la mano de Dios, y es ser verdaderamente agradecido a las misericordias y beneficios de Dios. Y tiene Dios dada esta palabra, que no puede faltar, de acrecentar los dones a quien usa bien de ellos, y acrecentar las gracias y misericordias a quien las sabe agradecer.

Esto significó el Señor diciendo en una parábola, que un hombre noble repartió entre sus criados diez minas y les dijo: "negociad con ellas," que es, repartir Dios dones a sus fieles y siervos, y mandándoles que hagan bien con ellos y aprovechen con ellos tanto para sí como para sus próximos. Y al que negoció bien, granjeando diez minas con una que le habían dado, le mandó el Señor dar la mina del que no había granjeado con ella, que es acrecentar Dios los dones y las gracias y misericordias divinas al que usa bien de ellas y aprovecha con ellas. Y así lo confirma, concluyendo la parábola con esta misteriosa sentencia: "Al que tiene, se le dará y abundará. Y al que no tiene, lo que tiene se le quitará," que es decir, al que con los dones recibidos de Dios tiene juntamente el buen uso de ellos, le acrecentará y multiplicará Dios los dones. Y al que no tiene el buen uso del don, a este se le quitará, como luego veremos.

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