todos los santos ángeles, del menor al mayor, solicitan nuestra salvación, aunque con diversos modos; para que entendamos el amor y los cuidados que pone nuestro clementísimo Padre de Piedades en el negocio de las almas, guiándolas por tantos medios y por tan maravillosa armonía de providencia, al fin de eternos alivios para los que las creó.
Despertaráse el hombre, con esta consideración, a cuidar más de la suya, pues una infinidad de ministros tan nobles de la celestial jerarquía, y otros muchos de la eclesiástica, como son, desde el sumo pontífice, hasta el confesor y predicador, y el más retirado anacoreta, se desvelan para que no se pierda.
¡Oh, Señor! Despertad, con estas atenciones, a los que dormimos en materia que tanto importa y es el todo de nuestras suertes. Mirando, como estrella que nos guía en jornada tan dificultosa, al angélico maestro y príncipe de las escuelas, Santo Tomás.
Santo Tomás manifiesta que hay solo tres órdenes de ángeles asistentes: Serafines, Querubines y Tronos. Los seis coros inferiores, dice, son ministrantes. Pero que los ángeles que envía Dios acá son de solo cinco: Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles. Porque del sexto orden, que son Dominaciones, y el supremo de la segunda jerarquía, no son enviados al mundo con legados: su ministerio consiste en mandar y ordenar a los otros, como significa su mismo nombre.
"Las propiedades de los santos ángeles se manifiestan por sus nombres", dice el santo, alegando a San Dionisio como primer autor de ello. Y en los mismos nombres de los cinco órdenes está expreso algún ministerio que pide ejecución, excepto las Dominaciones: "En el nombre de las Dominaciones, no se implica alguna ejecución, sino solo disposición e imperio de ejecutar. Pero en los nombres de los órdenes inferiores se entiende alguna ejecución."
Porque Ángeles y Arcángeles se dicen de anunciar, que anuncian y revelan a los hombres las cosas tocantes a la voluntad de Dios y nuestra salvación. Virtudes y Potestades se dicen respecto a algún acto; unos hacen milagros y otros refrenan a los demonios. Los Príncipes también acuden con los otros ministros a la ejecución de los divinos imperios, como dice San Gregorio. De aquí se sigue que a estos cinco órdenes pertenece ser, algunas veces, enviados fuera de los límites del cielo, y no a los cuatro coros supremos.
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