"San Miguel, Príncipe de la Milicia Celestial, mereció este Principado.
aludiendo a la victoria que alcanzó en el Cielo sobre los enemigos de Dios, por la cual Dios lo nombró General de sus Ejércitos, de los cuales todos los ángeles son soldados. ¡Qué bien merecido título por tal victoria! ¡Y qué glorioso quedó Miguel después de tan señalado triunfo! Muy glorioso regresó David de la victoria que obtuvo sobre el Gigante cuando las mujeres de Israel cantaban: 'Saúl hirió a mil, David a diez mil'.
Más glorioso regresó Miguel al Cielo después de haber vencido no a mil, ni a diez mil, sino a innumerables ángeles, cada uno de los cuales es un Gigante de fortaleza mayor que la de todos los hombres.
Muy afamada quedó Judit después de cortar la cabeza a Holofernes, diciendo los de su Pueblo: 'Tú eres gloria de Jerusalén, tú eres alegría de Israel, tú eres el honor de nuestro Pueblo'.
Lo mismo dirían los ángeles a Miguel: 'Tú eres la gloria de la Jerusalén Celestial, tú eres la alegría de Israel, que significa los que ven a Dios, tú eres el honor de nuestro Pueblo', porque toda la República Angélica se enorgullece de tener un vasallo de tanta lealtad y un Capitán de tan gran valor. El día del juicio, sin bajar de su puesto, será Alférez San Miguel, y llevará el Estandarte de la Cruz delante de Jesucristo, que vendrá como Capitán de los Ángeles y los hombres, y por eso la Iglesia lo llama signifer, el que lleva la bandera. Después de que Miguel tiene el cargo de Capitán General de los Ejércitos de Dios, no cesa de pelear contra los Demonios en favor de los hombres, porque como advierte el Padre Suárez, aquella batalla de los Ángeles que comenzó en el Cielo y se renovó en el Paraíso durará hasta el fin de los siglos; y San Bruno dice que San Miguel con sus Ángeles pelea continuamente de día."
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