Fan Juan Damasceno, en la vida de Josafat y Barlaán, para probar cuánta honra se debe a los santos, dice: Que como el rey estuviera paseándose por las calles en su carro triunfal, topó a dos monjes, y bajando, se les arrodilló y besó las manos. Y como murmuraran sus caballeros, diciendo que no convenía aquello a su autoridad, se lo dijeron a un hermano del rey (al cual también le había desagradado el hecho), el cual refirió al rey lo que sus caballeros decían. Pero viendo el rey su ignorancia, hizo dos cosas admirables para que entendieran cuán dignos son de reverencia y honor los siervos de Dios.
Lo primero, mandó que tocaran toda la noche una trompeta en casa de su hermano. Lo cual era señal de que al día siguiente lo iban a justiciar a él y a toda su casa. Y así estuvo el hermano del rey toda la noche llorando, y a la mañana fue cargado de luto a casa del rey. Y como le vio entrar, le dijo: "¿Qué luto es ese?". Respondió: "¿Tú mandaste tocar la trompeta a mi puerta porque me quieres matar?". Le dijo el rey: "Oh loco, si has llorado por oír la voz y trompeta de un hombre mortal, ¿con cuánta razón debo yo temer, viendo a los religiosos, que son voz y trompeta de Dios eterno, que predican su juicio?". Y así verás que no hice mal en arrodillarme a los siervos de Dios. Y de esta manera enmendó a su hermano.
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