Dios mío, no deseo más que complaceros,



Ciertas almas están en un gran error al creer que no se puede conservar el reposo interior y la paz del alma en medio de los negocios y contradicciones. No hay movimiento más veloz que el de un navío que se halla en alta mar, y sin embargo, los que van en él no dejan de reposar y dormir, y la aguja de marear permanece siempre en su situación natural, es decir, vuelta del lado del polo. El gran punto para no perder la paz es poner cuidado en tener la aguja de nuestra voluntad del lado del polo, que es agradar a Dios (San Francisco de Sales).

¿A quién no parecería que los negocios iban a abrumar a San Vicente de Paúl y tenerle continuamente como fuera de sí mismo? 

Él era confesor de la Reina; gobernaba su Congregación y otras comunidades; presidía a la mayor parte de las juntas de caridad; era como el alma de las conferencias eclesiásticas que tenía continuamente; todos los desafortunados se acogían a él de todas partes como a su padre; y sin embargo, en medio de este flujo y reflujo continuado de personas que veía y asuntos que trataba, se hallaba siempre recogido, siempre dueño de sí mismo, mostrando siempre un espíritu igual, y gozando siempre en su corazón la paz como si no tuviera más que un solo negocio poco interesante.

ORACIÓN.Dios mío, no deseo más que complaceros, mi agrado es el vuestro; y así, ¿qué es lo que podrá inquietarme, hacerme perder la paz del alma, impedirme el recogimiento y gozar de una alegría que se manifieste en mi exterior?


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