¿por qué nos carga Dios con tantas cruces y se complace en vernos atribulados, vilipendiados, perseguidos y maltratados por el mundo? ¿Es acaso un tirano, de condición tan cruel que se complazca en vernos padecer? No; ni es tirano Dios ni de cruel condición, sino todo piedad y amor hacia nosotros; baste sólo pensar que nos amó hasta morir por nosotros. Sí que se complace en vernos padecer, pero por nuestro bien, para que, padeciendo en esta vida, nos veamos libres de padecer en la otra por las deudas que hemos contraído con la divina justicia; se complace porque quiere desasirnos de los placeres sensibles de este mundo, como la madre, que, cuando quiere destetar al niño, pone acíbar en el pecho para que le cobre aborrecimiento; se complace porque, sufriendo con paciencia y resignación, le damos alguna prueba de nuestro amor; y se complace, finalmente, porque con el padecimiento conquistamos mayor gloria para el paraíso. He aquí los fines, todos de compasión y de amor, por los que el Señor se complace en vernos padecer.
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