María es tesorera de las gracias

  


De Jesús, claro está, recibimos la gracia como autor de ella, y de María como medianera; de Jesús como Salvador, de María como abogada; de Jesús como fuente de la gracia, de María como su canal.

Dice san Bernardo que Dios constituyó a María cual acueducto de las misericordias que quería otorgar a los hombres; por ello la llenó de gracias, para que de su plenitud se comunicara a cada uno su parte. Por eso el santo exhorta a considerar con cuánto amor quiere Dios que amemos a esta Virgen excepcional, pues en ella ha colocado todos los tesoros de sus bienes, y así, cuanto tengamos de esperanza, de gracia y de salvación, todo se lo agradezcamos a nuestra muy amada reina pues todo nos viene de sus manos y por su intercesión. Estas son sus bellas palabras: “Mirad con qué afecto y devoción desea que la honremos, el que puso toda la plenitud de los bienes en María, pues todo lo que en nosotros hay de gracia y salvación, comprendamos que de ella nos viene”.

¡Infeliz el que cierra para sí este canal de la gracia al no encomendarse a María! Olofernes, cuando quiso apoderarse de la ciudad de Betulia, mandó ocupar los acueductos de la ciudad (Jdt 7, 7). Esto hace el demonio cuando intenta apoderarse de un alma: le hace abandonar la devoción a María santísima. Cerrado este canal, ella perderá fácilmente la luz, el temor de Dios, y al fin, la salvación eterna.

Léase el siguiente ejemplo en el que se verá lo grande que es la piedad del corazón de María, y la ruina que atrae sobre sí el que ciega este canal al abandonar la devoción a esta reina del cielo.


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