la humilde obediencia, tan aconsejado y practicado por todos

             


  Hablando San Francisco de Sales de la dirección espiritual, para andar seguro por los caminos de Dios, dice: «Éste es el principal de los documentos. Aun cuando andéis buscándolo, no lo encontraréis mejor –dice el devoto Ávila–, pues no daréis con otro camino tan cierto y seguro para hallar la voluntad de Dios como éste de la humilde obediencia, tan aconsejado y practicado por todos los antiguos ascetas». Lo mismo dicen San Bernardo, San Bernardino de Siena, San Antonino, San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Juan Gersón y todos los teólogos y maestros de espíritu. Y levantar dudas contra esta verdad es, según San Juan de la Cruz, como dudar de la fe. De aquí que entre las máximas de San Francisco de Sales se hallen estas dos, que son de grande consuelo para las almas escrupulosas: «Nunca se ha perdido el verdadero obediente. Bástanos saber del director espiritual que vamos por buen camino, aunque ignoremos como vamos». Enseñan varios doctores, tales como Gersón, San Antonino, Cayetano, Sánchez, Bonacina, Córdoba, Castropalao, los Salmanticenses y otros, que los escrupulosos están obligados con grave obligación a obrar contra los escrúpulos cuando hay fundados temores de que tales escrúpulos acarreen grave perjuicio al alma y hasta al cuerpo, como sería perder la salud o el juicio, razón por la cual los escrupulosos están mas obligados a poner mayor escrúpulo en la obediencia al confesor que en obrar contra los escrúpulos.

              He aquí, pues, en conclusión, una suma de toda la perfección y vida devota: 1.°, negarse a sí mismo; 2.°, obedecer a la voluntad de Dios; 3.°, pedirle continuamente que nos dé fuerzas para ejecutar lo uno y lo otro.


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