Dice San Hilario que todos los honores que el mundo proporciona son negocio del diablo. Y así es, porque el enemigo negocia para el infierno cuando infiltra en el alma deseos de honras, pues, perdida la humildad, está a punto de precipitarse en el abismo del mal. Escribe el apóstol Santiago que asícomo Dios da con larga mano su gracia a los humildes, así la retira de los soberbios y les resiste. Al decir que Dios se opone a los soberbios, da a entender que no presta oídos a sus oraciones. Y entre los actos de soberbia ciertamente ha de contarse el ambicionar la estimación de los hombres y envanecerse con los honores de ellos recibidos.
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