¡Oh Eterno Padre, perdonadme por amor a Cristo Jesús ! Atended sus súplicas ahora que, como abogado mío, os ruega por mí. Mas no me basta el perdón, ¡oh Dios, digno de amor infinito!; deseo además la gracia dé amaros. Os amo, ¡oh Soberano Bien!, y os ofrezco para siempre mi cuerpo, mi alma, mi voluntad.
Quiero evitar en lo sucesivo no sólo las faltas graves, sino las más leves, y huir de toda mala ocasión. Ne nos
inducas in tentationem. Libradme, por amor a Jesús, de
cualquiera ocasión en que pudiera ofenderos. Sed libera
nos a malo. Libradme del pecado, y castigadme luego como quisiereis.
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