"¡Con la sangre de un Dios fui rescatado! Vuela, pues, alma mía, mira atenta al Calvario, a Dios crucificado, que presenta tan triste espectáculo. Observa a la víctima santa que suspira, al Cordero sin mancha que ya expira, y reflexiona: todo este gran sacrificio se ha consumado en tu servicio, para liberarte de una infausta suerte.
Jesús se entrega a tan terrible muerte. Aprovecha, alma mía, el rescate: por redimirte, todo un Dios acaba de morir. ¿Y sería tu desatino querer volver a hacerte esclava?
Él muere por amor, en testimonio, ¿y tú misma te entregas al demonio? Pues bien, si para hacer feliz tu suerte esa sangre divina fue vertida, al ver que corre tan desatendida, clamará contra ti para perderte. Lo que se hizo para darte vida será lo que te cause más triste muerte. Yo nací destinado al cielo: ¿habrá título más elevado?
¿Cómo puede desviarse una alma destinada a este fin y alejarse, buscando envilecida los falsos bienes de una corta vida?"
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